Himno Nacional Paraguayo

El 20 de mayo de 1846, en cumplimiento de su palabra, el poeta uruguayo Francisco Acuña de Figueroa entregó a los comisionados los originales del Himno Nacional de nuestro país, dedicado a Carlos Antonio López, y negándose a recibir el pago por su trabajo. El Gobierno ordenó su difusión intensiva en bailes, escuelas, cuarteles militares, entre otros. Desde entonces, el Himno Nacional es uno de los símbolos de nuestra patria.

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El poeta uruguayo Francisco Acuña de Figueroa —autor también del himno nacional de su país— interpretó cabalmente en sus versos los sentimientos del pueblo paraguayo, ya que aquellos poseen una profunda resonancia.

La palabra Libertad aparece apasionante e imperativa en las más bellas estrofas del himno, aunque lamentablemente no todas ellas son cantadas. El presidente Carlos Antonio López encomendó a Bernardo Jovellanos y Anastasio González, comisionados de su gobierno en Montevideo, la capital uruguaya, la tarea de contratar al poeta Francisco Acuña de Figueroa para la composición de una canción nacional paraguaya.

Sobre la música del himno aún hoy existen divergencias. Mientras que algunos sostienen que fue obra del francés Francisco de Dupuis, no son menos los que afirman que el orquestador húngaro afincado en Uruguay Francisco José Debalí fue quien puso música al poema de Acuña de Figueroa.

Recomposición Remberto Giménez

Lo cierto es que durante el gobierno del doctor Eusebio Ayala, en 1933, el maestro paraguayo Remberto Giménez reconstruyó de manera definitiva la composición, aunque respetó al máximo las formas y ritmos originales, y fue adoptada por decreto oficial, en 1934.

El Himno Nacional debe ser entonado en todos los actos públicos, escolares, oficiales y sociales, y deben rendírsele todos los honores que merece como símbolo de la patria. En sus sones está presentela Repúblicadel Paraguay.

Himno Nacional Paraguayo

Letra: Francisco Acuña de Figueroa

Música: Francisco S. de Dupuis - Remberto Giménez

A los pueblos de América infausto,

tres centurias un cetro oprimió,

más, un día, soberbia surgiendo,

¡basta!... dijo, y el cetro rompió.

Nuestros padres, lidiando grandiosos,

ilustraron su gloria marcial;

y trozada la augusta diadema,

enalzaron el gorro triunfal.

Paraguayos, ¡República o muerte!

nuestro brío nos dio libertad;

ni opresores, ni siervos alientan,

donde reinan unión e igualdad.

Nueva Roma, la patria ostentara

dos caudillos de nombre y valer,

que rivales, cual Rómulo y Remo,

dividieron gobierno y poder.

Largos años, cual Febo entre nubes

viose oculta la perla del Sud,

hoy un héroe grandioso aparece

realzando su gloria y virtud...

Con aplausola Europay el mundo

la saludan, y aclaman también

de heroísmo baluarte invencible

de riquezas magnífico Edén

Cuando entorno rugióla Discordia

que otros Pueblos fatal devoró,

paraguayos, el suelo sagrado

Con sus alas un ángel cubrió.

¡Oh!, cuán pura, de lauro ceñida,

dulce patria te ostentas así;

en tu enseña se ven los colores

del zafiro, diamante y rubí.

En tu escudo que el sol ilumina,

bajo el gorro se mira el león.

Doble imagen de fuertes y libres,

y de glorias, recuerdo y blasón.

De la tumba del vil feudalismo

Se alza libre la patria deidad;

opresores, ¡doblad la rodilla!

Compatriotas, ¡el himno entonad!

Suene el grito ¡República o muerte!

nuestros pechos lo exhalen con fe,

y sus ecos repitan los montes

cual gigantes poniéndose en pie.

Libertad y Justicia defiende

nuestra patria; tiranos, ¡oíd!

De sus fueros la carta sagrada

su heroísmo sustenta en la lid.

Contra el mundo, si el mundo se opone,

si intentare su prenda insultar,

batallando vengarla sabremos

o abrazado con ella expirar.

Alza, oh pueblo, tu espada esplendente

que fulmina destellos de Dios,

no hay más medio que libre o esclavo

y un abismo divide a los dos.

En las auras el himno resuene,

repitiendo con eco triunfal:

¡A los libres perínclita gloria!

¡A la patria laurel inmortal!

Letra del Himno Nacional que hoy en día entonamos.

A los pueblos de América infausto,

tres centurias un cetro oprimió,

más, un día, soberbia surgiendo,

¡basta!... dijo, y el cetro rompió.

Nuestros padres, lidiando grandiosos,

ilustraron su gloria marcial;

y trozada la augusta diadema,

enalzaron el gorro triunfal.

Paraguayos, ¡República o muerte!

nuestro brío nos dio libertad;

ni opresores, ni siervos alientan,

donde reinan unión e igualdad.

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