Vinos caros y carísimos

Todavía quedan algunos preconceptos con respecto a los vinos, sobre todo los del Nuevo Mundo, que proceden de áreas fuera de los viñedos de Europa, como son Argentina, Chile, Uruguay, Estados Unidos, México, Perú, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. ¿Pueden estos vinos alcanzar también precios altos o muy elevados?

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El otro día estuve en una conversación entre amigos, fanáticos del vino y algunos de ellos conocedores de vinos de todo el mundo. Descorchamos pautadamente y disfrutamos de las botellas, hasta que llegó el momento de descorchar un vino del Nuevo Mundo que superaba los USD 150 la botella. En ese punto, uno de ellos se detuvo y exclamó: “Jamás pagaría ese precio por una botella de vino del Nuevo Mundo” (cosa que ya hizo en varias ocasiones), pero me intrigó la razón de ese cuestionamiento hacia esos vinos.

La verdad es que los vinos del Nuevo Mundo, allá en la década de 1970, eran considerados vinos económicos y eso lo venían arrastrando desde principio de siglo. Se pensaba que en estas regiones solo se producían vinos de volumen, de aquellos para mezclar con soda o una gaseosa, salvo algunas pequeñas excepciones de bodegas que trataban de hacer bien las cosas. Cuando las bodegas producían vinos de alta gama, la verdad es que su precio jamás superaba los USD 50, pero desde esa época hasta el día de hoy, las cosas han cambiado.

Influencias externas

El vino cada vez está más globalizado. Vemos a algunos famosos denominados flying winemakers, como Michel Rolland, Paul Hobbs y Alberto Antonini, dando vueltas por Sudamérica y otros continentes, produciendo y asesorando a las bodegas. El trabajo de estos hombres de reconocimiento mundial tiene un alto costo, que a su vez es transmitido a los consumidores en cada botella. Así también, con el tiempo, se han podido percibir algunos “microterroirs”, en los cuales la calidad de la expresión de la uva es única, sin nada que envidiar a ningún viñedo del mundo, lo que le da al enólogo la posibilidad de producir un gran vino utilizando todas las técnicas disponibles para darle un valor de calidad superior, además de un valor agregado en el precio al consumidor. La ecuación es simple: si quieres producir un vino de gran calidad, eso cuesta bastante caro.

La gran mayoría de los insumos provienen de Europa hay que importarlos y, por lo tanto, hay que pagar por todo aquello que conlleva traer estos productos: transporte, aduanas, impuestos, etcétera. Llegados al Nuevo Mundo, estos insumos tienen un valor más caro del que se conseguiría en origen. Sin desear perjudicar expresamente al consumidor, unos centavos extra hay en eso.

No obstante, sí creo y considero que en el Nuevo Mundo podemos ofrecer botellas de gran calidad que realmente valen USD 70 o 100. Pero más arriba de ese precio, ni los vinos del Nuevo Mundo ni los del Viejo Mundo, cuestan eso el producirlos, ya estamos pagando la marca, el estatus e incluso los años de experiencia de una u otra bodega reconocida a nivel mundial. Hay consumidores que están dispuestos a hacerlo y es por ello que existen estos precios, el glamour cuesta y los marketineros ya se han dado cuenta de ello.

Tesoros

Ahora, iremos a los extremos, pagar USD 7000 o 16.000 por una botella, bueno, esto ya son rarezas, son aquellas botellas consideradas glamorosas desde un comienzo, que provienen de un año de gran cosecha y, además, fueron conservadas en bodegas por algunos años y hoy en día ya se constituye casi un milagro el conseguirlas. Los coleccionistas pagan mucho —¡y a veces precios exorbitantes!— por ellas, las guardan, las miman y muchas veces nunca las beben, pero son poseedores de lo que consideran “obras de arte” para los amantes de vinos caros.

Quiero destacar otra cosa: no son muchos los vinos sudamericanos que valen arriba de los USD 100. Solo poquísimas bodegas los ofrecen y casi siempre son sus vino ícono, pero les aseguro que sí tienen calidad y, si puede descorchar uno, seguro lo disfrutará un montón. Venga de donde venga, el buen vino siempre será caro, y siempre es un placer descorcharlo y disfrutarlo.

Preciados lectores, ¡salud a todos! y hasta el próximo sábado.

oligayet@hotmail.com

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