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Podemos decir que para entender y clasificar a los diferentes tipos de personajes que existen en el mundo del vino es necesaria una pequeña explicación sobre los sufijos. Un sufijo es un morfema (una unidad lingüística) colocado después de una raíz, radical, tema o palabra, que produce formas flexibles o derivadas. Como ejemplo, “logo” y “filo” son sufijos que, junto con el radical latino eno (que significa vino), forman las palabras enólogo y enófilo.
El que sabe y el que es amigo
“Logo” viene del griego logos, que entre otras cosas designa a aquel “que estudia, conoce o es un especialista” en alguna cosa específica. Generalmente, se usa para dirigirse a una persona que estudia una ciencia o arte; una “logia”, como tecnología, biología o la misma enología.
El término “filo” viene de philos y significa “amigo, querido”. Por lo tanto, el enólogo es la persona especializada en enología, que es la ciencia que trata el vino, específicamente cómo producir el que tanto nos gusta consumir, y enófilo es el término utilizado para aquellas personas a las que les gusta, son amigos o amantes del vino.
En muchos casos, los enófilos se dedican al comercio del vino; trabajan en bodegas, distribuidoras o vinotecas. Son personas que pueden vivir de él o, simplemente, apreciadores de la bebida. Inclusive, los enófilos pueden ser grandes comunicadores que difunden la cultura y enseñan acerca de los vinos a personas que deseen iniciarse en este apasionante mundo.
Por lo tanto, si tenés un amigo que le gusta el vino, estudia sobre el mismo, sabe del tema, te trasmite con pasión su conocimiento, pero nunca ingresó al mundo de la ciencia o la práctica de la enología (o producir vinos), es un “enófilo”.
Entonces, ¿que es un sommelier?
Sommelier es un término francés que se pronuncia “somêliê”. Se usa en todo el mundo, tanto para hombres como para mujeres, y en España está castellanizada como sumiller. Su origen se remonta a la Edad Media, en el siglo XIII, cuando era usado para designar al conductor de los animales de carga. Un siglo después, el nombre era más usado para señalar a la persona encargada de trasportar y guardar las provisiones alimenticias de la corte real en sus viajes. Había en aquel entonces un sommelier de frutas, otro para los panes, las carnes y, por supuesto, para las bebidas.
Con el tiempo, el término sommelier pasó a sustituir al échanson, que era el oficial encargado de servir el vino al rey en la corte. Otra de sus funciones era probar el vino u otra bebida que pudiera ser consumida por el rey, para asegurarse de que no estuviera envenenada.
Fue a partir de 1812 que el término sommelier comenzó a ser utilizado para indicar al profesional especializado en bebidas dentro de los restaurantes. Sus mayores funciones son cuidar la bodega, dejarla ordenada, cuidar la temperatura de las botellas, hacer la carta de vinos, establecer la política de precios, saber ofrecer los vinos según el menú elegido por el comensal, presentar la botella al cliente, escoger la copa adecuada para cada vino, abrir correctamente la botella, hacerle probar la bebida a la persona indicada y, para terminar, servir el vino en la mesa.
A pesar de ello, actualmente, muchas personas que hacen cursos de vinos (profesionales o no) tienden a autodenominarse sommeliers. Lo que sí puedo decir es que aquel amigo entendedor de vinos que no trabaja en un restaurante o una bodega no es sommelier ni enólogo, pero sí un gran enófilo.
A todos mis preciados lectores, un gran ¡salud!, sobre todo a los futuros sommeliers que en semanas nada más se reciben en Asunción. Nos vemos el próximo sábado.
oligayet@hotmail.com