Una pregunta, un debate

Este artículo tiene 11 años de antigüedad
/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2394

Días pasados tuve la oportunidad de conversar con un apasionado por los vinos que está en sus inicios, y me hizo una pregunta muy valedera que interesa a muchos y tal vez jamás la formularon de la forma en que él lo hizo. Su pregunta fue: ¿cómo sé cuándo un vino es bueno?, ¿será por su aroma o por su color?

Iremos contestando la pregunta por fases, porque en principio ni el aroma ni el color son verdaderos elementos con los que se pueda determinar la calidad de un vino, pero si analizamos atentamente la pregunta, podemos sacar conclusiones más que interesantes.

El aroma

Sí puede dar un signo de calidad, el detalle que indica si el vino está apto para ser bebido o si el vino no está en condiciones de ser degustado, es decir, que esté ajerezado (picado u oxidado), que esté enmohecido (que haya tomado sabor a corcho podrido), o simplemente que se haya “cocinado” (principalmente porque el vino estuvo expuesto a altas temperaturas). Evidentemente tenemos un signo de calidad, pero con el aroma no podemos decir de una sola vez entre dos vinos correctos, si uno es mejor que otro.

El color

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

En lo que respecta al color, puedo decir que si en una copa tuviese un Romanée-Conti (elaborado con uvas Pinot Noir), este sería un vino tinto claro, y si en otra copa tuviese un vino Château Petrus (un vino de Burdeos, del AOC Pommerol, hecho con uvas Merlot), este sería de un color tinto intenso, bien profundo y con toques violáceos. En ambos casos, estos vinos son probablemente los mejores vinos tintos del mundo, de características totalmente diferentes, así que es muy difícil decir si un vino es mejor uno que otro por su color.

Pero en el color sí podemos percibir algunas imperfecciones en los vinos, sobre todo cuando ya fueron superados por el tiempo y la guarda, su coloración puede caer de tinto fuerte a marrón claro y, además, comienza a haber un exceso de borra debido a la solidificación de los taninos y de los pigmentos, en este caso el vino simplemente ya no está en condiciones de ser bebido.

La prueba infalible

La verdad es que si el vino te gustó y quieres volver a comprarlo, solo podrás estar seguro si el vino es bueno al día siguiente, cuando te despiertes y no tengas dolor de cabeza alguno. Estos dolores de cabeza son causados por los famosos sulfitos que siempre están especificados en la contraetiqueta: mientras más sulfito hay en el vino, más dolor de cabeza puede provocar y mientras menos sulfito tenga, mejor se sentirá uno al día siguiente.

Hay que dejar en claro que todos los vinos tienen sulfito, pero la cantidad en una botella puede variar de 1 a 100, dependiendo, sobre todo, de la calidad del vino, que al mismo tiempo depende en forma directamente proporcional a la calidad de las uvas al momento de ser cosechadas. Si tenemos uvas sanas, lindas, que son cosechadas a mano en cajas de 15 o 18 kg, casi no se utiliza el SO2 (anhídrido sulfuroso), pero si las uvas están dañadas, son cosechadas a máquina, y tienen un proceso de oxidación inmediato (exposición del jugo de la uva al oxígeno), se le agregará más SO2 y automáticamente, una vez terminado el vino y embotellado, puede que el mismo tenga un riquísimo aroma, lindo color y sea delicioso, pero de seguro dará como resultado un dolor de cabeza al día siguiente. Este -para mí- es el verdadero parámetro para saber si un vino es bueno o malo.

Lo difícil es saber comprar un vino al no conocerlo. No hay mucha solución al respecto porque aun si fuera una botella de vino malo o de un vino bueno, ambos en la etiqueta dicen “contiene sulfito”; la única forma es comprarlo, beberlo y esperar el resultado horas después.

Una recomendación importante: los vinos orgánicos tienen muy poco SO2, así que son una excelente opción para no equivocarse.

Queridos lectores, ¡salud! y hasta el próximo sábado.

oligayet@hotmail.com