Semillas comestibles

Una gran variedad de especies puede proveer semillas comestibles. De las seis partes principales de las plantas, las semillas son la fuente dominante de calorías y proteínas humanas. Contienen, en reserva, los elementos necesarios para sostener con vida las primeras etapas de la futura planta. En este glosario hablaremos de las semillas que son directamente productos alimenticios y que provienen de legumbres, cereales (que son a menudo molidos para obtener harinas), pseudocereales, frutos secos y gimnospermas (plantas productoras de semillas).

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Girasol (Helianthus annuus)

El origen de este cereal está en los montes tibetanos, crece de forma silvestre y su cultivo se ha expandido a muchas regiones del mundo. Existen diversas variedades de girasol y sus semillas pueden ser blancas, rojas, amarillas o negras. Sin embargo, las más conocidas y consumidas son grises con rayas blancas. Tienen una buena cantidad de ácidos grasos y son ricas en minerales, tales como el fósforo, potasio, magnesio y calcio. Entre sus propiedades podemos destacar que mejoran la circulación, contienen mucho potasio, magnesio y fósforo, reducen el cansancio; sirven para mejorar la concentración, la memoria y el rendimiento mental en general; son ricas en ácido fólico, fortalecen el sistema inmune, mejoran el aspecto de la piel y reducen la osteoporosis. Se pueden consumir solas, como snack a media mañana, o espolvoreadas en ensaladas, sopas, cremas o tartas. Si se muelen, obtenemos una harina que sirve para postres, pastas o sopas. También con sus semillas se puede hacer una leche vegetal perfecta para los intolerantes a la lactosa o los veganos. Para poder conservar siempre frescas, las semillas de girasol se deben guardar en un frasco de vidrio con tapa hermética y no exponerlas al sol ni a ambientes muy calurosos.

Granada (Punica granatum)

Es la fruta carnosa del granado, un árbol que se desarrolla tanto en zonas tropicales como en zonas subtropicales, de corteza dura con colores marrones y rojos, y una forma globosa con un tamaño algo mayor al de una manzana. Se trata de una fruta muy poderosa a la par que refrescante, en cuyo interior contiene unas semillas que, en definitiva, son las que aportan sus increíbles beneficios y propiedades tanto nutricionales como medicinales. Las semillas de la granada son sumamente ricas en antioxidantes, que ayudan a prevenir y reducir el proceso del envejecimiento. De hecho, aporta tres veces más antioxidantes que el vino o el té verde. Para consumirlas frescas y enteras, basta con lavar la granada, partirla por la mitad y golpear la parte de la cáscara con ayuda de una cuchara, para despegar poco a poco las semillas. Se pueden licuar un poco, pero no demasiado, ya que si apretamos mucho las semillas, el jugo tendrá un sabor un poco ácido y desagradable.

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