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Almendra (Prunus dulcis)
Es la semilla del almendro y está en la categoría de frutos secos. Posee una película de color canela que la envuelve, además de una cáscara exterior que no es comestible y que representa un peso importante de la almendra y una piel verde que se va secando. Por ello, la parte comestible de este fruto se reduce al 40%. Existen una infinidad de variedades que se dividen en dos grandes grupos: cáscara blanda y cáscara dura. La Marcona es la variedad más conocida, una almendra redonda y gorda, dulce y con poco porcentaje de amargor. Es una de las más utilizadas, la más cara y la más demandada por la industria repostera y turronera. Las que usualmente se compran en cualquier negocio tienen la vaina removida, y se venden tanto crudas como tostadas.
Las almendras tienen una gran cantidad de nutrientes. Hay que destacar que existen dos tipos: las amargas y las dulces. Las amargas son tóxicas para el cuerpo humano, mientras que las dulces son las comestibles. Las almendras dulces son ricas en vitaminas B1, B2, PP, A, C, D y, contienen calcio, proteínas, sodio, grasas saludables monoinsaturadas, fibra, además de incluir ocho aminoácidos esenciales para el crecimiento de los niños y muchos nutrientes importantes, que están presentes en la parte marrón de la piel que recubre las almendras. Debido a la gran cantidad de proteínas que contienen, son equivalentes a una porción de carne de 100 g. Son una enorme fuente de vitamina E y magnesio, un mineral que la mayoría de las personas no incorpora en cantidad suficiente. Para aprovechar sus múltiples beneficios se recomienda comer uno o dos puñados de almendras por día.
Alubias (Phaseolus vulgaris)
Son las semillas maduras y secas, extraídas de las vainas que crecen en las plantas leguminosas del genero phaseolus. Sus semillas, y por extensión la propia planta, reciben en el mundo hispanohablante diversos nombres según el país o la región, pero los más comunes son frijol, habichuela, poroto, judía, haba y alubia. Es una especie anual nativa de Mesoamérica y Sudamérica, y sus numerosas variedades se cultivan en todo el mundo para el consumo, tanto de sus vainas verdes como de sus semillas frescas o secas. En general, se les llama alubias a la variedad blanca y frijol a la variedad marrón o negra. A la vaina se la denomina chaucha en Argentina, Paraguay y Uruguay. Se pueden encontrar diferentes tipos en función del tamaño (pequeñas o medianas) y el color de la piel (blancas, rojas, negras y con pintitas). Su piel debe ser lisa, tersa y brillante, sin arrugas, y estar libres de insectos y moho. El consumo de alubias enteras no es recomendable para personas sensibles o con problemas intestinales. En estos casos, se debe quitar el hollejo (piel que recubre el grano). Son aptas para celíacos porque no tienen gluten. Su elevado aporte de potasio y escaso sodio favorece a las personas con hipertensión. Las alubias secas son un alimento poco perecedero. Basta con guardarlas en un lugar fresco y seco, dentro de un frasco de vidrio hermético, para que se mantengan en óptimas condiciones por nueve meses; pasado este tiempo, sus cualidades organolépticas irán disminuyendo. Antes de cocerlas es necesario hidratarlas con abundante agua fría, dejándolas en remojo durante unas 12. El tiempo de cocción oscila entre 1 y 3 h, según la antigüedad del grano. Una vez cocidas, se pueden conservar en la heladera en un recipiente hermético durante días, o se pueden congelar durante meses.