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El sabor umami serviría para reconocer alimentos ricos en proteínas y aminoácidos, al igual que el sabor dulce sirve para detectar los que tienen sacarosa y glucosa (alimentos ricos en energía), el salado para asegurar el correcto balance de electrolitos, y los sabores amargo y ácido para protegernos contra la posible ingesta de alimentos tóxicos, en mal estado, nocivos o envenenados. Este sabor sería como un agradable sabor cárnico o a caldo que deja una sensación prolongada y que cubre toda la lengua y además induce la salivación. Su efecto fundamental es la capacidad de equilibrar y redondear todo el sabor de un plato, ya que potencia y realza el sabor agradable de una gran cantidad de alimentos.
El sabor umami se puede encontrar en alimentos ricos en glutamato ácido, ácido inosínico y ácido guanílico. Los quesos curados (sobre todo el parmesano), el jamón serrano, la carne cruda, la panceta, las anchoas, la crema de leche, la salsa de soja y las salsas de pescado del sudeste asiático, el alga kombu, los tomates, los champiñones, las espinacas, el té verde y muchas frutas maduras tienen naturalmente altos niveles de glutamato, GMP o IMP. En la cocina, cada vez se usa más el glutamato como potenciador de sabor y forma parte de los famosos ingredientes “E” que vemos muchas veces en los productos. El E620 es el ácido glutámico; el E621 es el glutamato monosódico; el E622, el glutamato monopotásico; el E623, el calcio diglutamato; el E624, el glutamato monoamónico y el E625, el magnesio diglutamato.