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Comenzaré con la razón del auge de los vinos orgánicos y biodinámicos: simplemente porque respetan más a la naturaleza con la menor utilización de productos químicos o simplemente por la utilización de productos ciento por ciento naturales que conllevan a una buena relación con el medioambiente. Eso se trasmite directamente al vino que uno consume y por lo tanto -como dirían muchos- el vino es más sano para la salud, ya que todos saben que mientras más natural, mejor.
Argentina y Chile son países beneficiados geográficamente para la producción de vinos orgánicos. Su altura, los suelos desérticos y las barreras naturales, como la cordillera de los Andes y el océano Pacífico, los hacen únicos en el mundo y una prueba de ello es que hasta el día de hoy Chile no ha sido atacado por el hongo Philoxera. Ambos países tienen una viticultura casi orgánica en un 80 % de los casos de los vinos de alta gama, gracias a sus condiciones naturales, pero son muy pocos los que se van animando a trabajar en parámetros 100 % orgánicos. Esta tendencia va cambiando con el correr de los años, ya que tanto en los Estados Unidos como en la Unión Europea sus mercados solicitan cada vez más este tipo de vinos y como siempre las bodegas y viñas se van adaptando a la demanda global. Si ello significa orgánico, pues orgánico será, solo que este proceso de trasformación de la viña lleva un periodo de cinco años de adaptación en el cual puede haber un bajón en el rendimiento de las uvas.
En nuestro mercado
En Paraguay la historia de los vinos orgánicos y biodinámicos ya tiene sus años. La primera en ser introducida al mercado fue la viña chilena Casa Lapostolle, la cual está presente desde que volví al Paraguay en el 2005 e inmediatamente la coloqué en la carta de vinos del restaurante Wilson´s (del hotel Crowne Plaza) y cuando abrí mi propio local definitivamente la tenía en la carta, pero sin el concepto de hacerla diferente a las otras bodegas, sino simplemente como un buen vino chileno. Hoy en día, creo necesario diferenciar de alguna forma estos vinos, ya que son más buscados por los extranjeros que están mucho más concientizados que los paraguayos, aunque debo decir que el vender verduras orgánicas los martes en el Agroshoping ha sido todo un éxito.
Años más tarde, vi llegar de la mano de Edesa una línea de la bodega Trapiche llamada Orgánica que no continuó, Paraguay aùn no estaba preparado para ello. London Import también apostó a lo orgánico, en pequeñas cantidades, pero siempre en aumento. Primero trajeron el Santa Carolina Ekun Reserva Cabernet Sauvignon, un excelente vino que gustó muchísimo a los que lo degustaron. Tiempo después vieron que había potencial para este tipo de productos en el mercado e introdujeron dos vinos más: el Santa Julia Orgánica Malbec y el Santa Julia Orgánica Cabernet Sauvignon.
Fruto de los Andes, otra importadora local, también trajo un vino orgánico a su cartera de productos, el Animal Malbec de Ernesto Catena Vineyards, un vino mendocino de muy buena aceptación.
Decanter –por su lado– comenzó importando un vino sin saber que el mismo era orgánico, fue solo al momento de ir y visitar su bodega que uno de sus directores que se enteró de que todo allí era producido 100 % con uvas orgánicas. Sus vinos en el mercado nacional son el Trapezio Plus Cabernet Franc – Merlot, un exquisito vino bien suave, el Trapezio Plus Chardonnay y su vino Premium Bo Bó que es un blend a la bordelesa.
Ya el último importador que introdujo toda una línea de vinos orgánicos en el mercado es Distribuidora Gloria con sus vinos de Viña Emiliana, la viña orgánica más grande en el mundo en extensión de hectáreas plantadas. En nuestro país encontramos varias etiquetas, como el Adobe Reserva Carmenere, el Adobe Reserva Cabernet Sauvignon, el Adobe Reserva Merlot, el Adobe Reserva Sauvignon Blanc, estos cuatro son 100 % varietales. Después traen el Novas, que tiene un 85 %
Cabernet Sauvignon y 15 % de Merlot. Ya entrando a la línea de vinos bien superiores, encontramos en Coyam un vino blend de excelente calidad que realmente vale la pena degustar, sobre todo por que su relación precio/calidad es muy buena. Y por último, la estrella de la viña, su Súper Premium el GÊ, un blend con 45 % de Carmenere, 40 % de Syrah y 15 % de Cabernet Sauvignon, un vino extremadamente complejo y agradable.
A todos mis queridos lectores, ¡salud!, hasta el próximo sábado y a comprar vinos orgánicos que no se arrepentirán.
Viña Emiliana, de Chile, es la viña orgánica más grande en el mundo en extensión de hectáreas plantadas y la primera en Latinoamérica con vinos certificados como orgánicos y biodinámicos.
oligayet@hotmail.com