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La cerveza es un producto fermentado de baja graduación alcohólica (de 4 a 5 grados), elaborado a partir de agua, cebada malteada, otros cereales y lúpulo. Aporta 45 kcal por cada 100 ml, además de varios nutrientes. Posee más de 2000 componentes que proceden de sus ingredientes o como consecuencia del proceso de fermentación de sus materias primas.
Según investigaciones de la Universidad de Extremadura, España, y del King’s College of London, la cerveza posee minerales como magnesio, fósforo, silicio y potasio, que podrían estar relacionados con la prevención de enfermedades óseas. En cuanto a las vitaminas, aporta las del complejo B, niacina, riboflavina (B2), piridoxina (B6), cobalamina (B12) y ácido fólico (B9). Otro de los nutrientes que contiene la cerveza es la fibra soluble, que favorece la prevención del estreñimiento.
Antioxidantes
La cerveza contiene además polifenoles, que funcionan como antioxidantes naturales y podrían proteger contra las enfermedades cardiovasculares, con la reducción de los fenómenos oxidativos responsables del envejecimiento del organismo. Uno de los polifenoles más destacados de la cerveza es el xanthohumol, presente en el lúpulo.
Sin alcohol, iguales beneficios
La cerveza light está elaborada con los ingredientes naturales de la cerveza tradicional, pero se le ha suprimido el alcohol. Contiene los mismos componentes nutricionales, lo que la convierte en una bebida que aporta minerales, vitaminas, fibra y antioxidantes. ¿Cuántas calorías aporta? La cerveza sin alcohol tiene 17 kcal por cada 100 ml.
Cuidado con los excesos
Los efectos que tiene el alcohol en el organismo dependen de una serie de factores individuales y del mismo ambiente en el que se encuentre la persona. Como bebida alcohólica, aun en pequeñas cantidades, afecta a las capacidades motoras y la atención, por lo que no se debe conducir después de haberla consumido.
Además, la cerveza en exceso puede producir ardores, acidez o reflujo gastroesofágico, pues, por su composición, fomenta la secreción del ácido gástrico.
Según el Centro de Información Cerveza y Salud de España, el consumo excesivo de alcohol representa uno de los principales factores de riesgo evitables de los trastornos neuropsiquiátricos y otras enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares y la cirrosis hepática. El consumo excesivo de alcohol se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, diabetes, enfermedad hepática, dependencia del alcohol y una serie de condiciones de salud mental. Además, el consumo excesivo de alcohol está asociado con una disminución de la frecuencia de los linfocitos y un mayor riesgo de infecciones bacterianas y virales.
El alcohol también inhibe la función de la hormona antidiurética vasopresina, que es secretada por la glándula suprarrenal. Esta es la responsable de mantener el balance de los líquidos en el cuerpo. Si la función de la vasopresina falla, el riñón comienza a eliminar más agua de la que se ingiere y provoca que el organismo busque el agua en otros órganos, esto a su vez provoca que las meninges (membranas que cubren el cerebro) pierdan agua y, por lo tanto, aparezca el dolor de cabeza. En el estómago, el alcohol aumenta las secreciones ricas en ácidos y mejora la digestión en porciones adecuadas. Sin embargo, cuando se excede, produce una irritación de la mucosa y provoca una gastritis.
Cambios en el metabolismo
Tras una ingesta excesiva, el alcohol aumenta el metabolismo basal y la producción de calor en el organismo. Si se ingiere un de manera rápida y de golpe, el alcohol llega más rápido a la sangre en comparación a si se bebiera lentamente y en sorbos. Sucede que el alcohol pasa primero al estómago y luego al intestino delgado, desde donde va hacia el flujo sanguíneo para ser transportado al hígado, órgano que se encarga de metabolizarlo.
Un vaso por hora
El alcohol es un agente deshidratante y, por tanto, la cerveza no es ideal para procurarnos una buena hidratación. Algo a tener en cuenta es que el hígado tiene la capacidad de asimilar el alcohol a un ritmo de un vaso por hora, pero beber más que eso, o la misma cantidad en menos tiempo, saturará al hígado. El exceso de alcohol pasará rápidamente a la sangre y todos los demás órganos del cuerpo, incluido el cerebro.
Cerveza y sobrepeso
El alcohol tiene un valor de 7 kcal por gramo. Este número se aproxima al de las grasas, que contienen 9 kcal por gramo. El consumo excesivo representará una importante cantidad de calorías y, por ende, conducirá al sobrepeso. En nuestro medio es popular la famosa frase “panza de cervecero”, por el gran consumo de la cerveza.
¿Lo sabías?
• El lúpulo posee propiedades antibacterianas y antiinflamatorias que ayudan a prevenir enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
• La cerveza es una bebida con muy bajo contenido en sodio, lo que le confiere un fuerte poder diurético.
• Es rica en magnesio y pobre en sodio, previene formación de cálculos y piedras en las vías urinarias.
• Por el incremento en la secreción de ácidos gástricos, y el gas carbónico que favorece la digestión, la cerveza ayuda a la aceleración del vaciado gástrico, y podría disminuir en un 17 % el riesgo de infección por Helicobacter pylori, agente implicado en la úlcera gastroduodenal.
• El lúpulo retrasa el envejecimiento celular, si es consumido moderadamente y con una dieta adecuada.
• Su consumo excesivo puede influir negativamente en el hígado, corazón, sangre y cerebro. Puede irritar el estómago y lesionar el recubrimiento del intestino.
• En ayunas, produce hipoglucemia y disminuye el aporte de un gran número de vitaminas y minerales al tiempo que aumenta los triglicéridos en sangre.
Lic. Antonio Danei Reg. Prof. 246
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