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Muchas veces, el precio no es el factor determinante para saber la calidad de un aceite de oliva. Sus cualidades dependen de varios criterios de producción: si es aceite de primera presión, el estado de maduración de las aceitunas, si se ha extraído en frío, y otras, como en el vino, dependen de la cosecha. De ahí que cuando vamos al supermercado algunas botellas cuestan G. 30.000 el litro y otras son muchísimo más caras. Lo cierto es que sí hay diferencias entre unos y otros. Como ocurre con todos los aceites, cuanto más calidad tienen, más beneficios aportan a nuestra salud (tienen una mayor concentración de antioxidantes) y disponen de más cualidades gastronómicas (con una mayor concentración de polifenoles que aportan sabor). Hay guías que se encargan de valorarlos en busca de la excelencia. Para ello, los catadores se encargan de valorar cualidades, como el frutado, la amargura y el picante, que se puntúan de forma individual. En el mundo del aceite todavía no hay ninguna guía con tanto prestigio como el que tienen algunas en el mundo de los vinos, pero sí hay una que destaca sobre el resto: la italiana Flos Olei, una guía anual en la que se seleccionan los mejores aceites de 50 países y 5 continentes. En su última edición, de fines de marzo de 2017, situó a 4 aceites españoles entre los mejores: Castillo de Canena Reserva familiar, Oro Bailén, Finca La Torre y Marqués de Griñón. En quinto lugar quedó el aceite italiano Comincioli. Estos aceites se sitúan en el olimpo de los mejores del mundo, siendo de los pocos que han recibido una puntuación de 98/100.