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Para el helado
Una loca alternativa al cucurucho de barquillo de toda la vida es la creación del chimney cake, o cucurucho de donut para helado, que se sirve en una pastelería de Praga y ya es furor en Instagram. En realidad, el chimney cake es una variante del "trdelnik", un dulce tradicional eslovaco que se vende en infinidad de puestos callejeros en Praga. Se trata de una masa que se asa sobre las brasas, enrollada en unos pinchos de madera que rotan sobre sí mismos. La forma final es la de un cilindro hueco, pero sin rellenar como se hace con los chimney cakes.
En este caso, se elabora un cucurucho con una masa propia de los donuts y se reboza en una mezcla de azúcar y canela molida. Su interior se pincela con salsa de chocolate y se rellena con helado de crema. También existe la opción de añadir trozos de frutas, como frutillas y arándanos, y bañarlo en chocolate y otras salsas.
La popularidad de los chimney cakes es cada vez mayor debido a la gran presencia que están teniendo en las redes sociales. No hay turista que perdone la visita a Good Food Coffee and Bakery, la pastelería responsable de tal locura. Y sacarse una foto con el helado en la mano es el mayor símbolo de triunfo de los foodies.
Para ultragolosos
Si hay un dulce francés que sigue teniendo fama mundial es, sin duda, el macaron. Es una elaboración compleja, delicada, que transmite esa elegancia y ese toque chic que asociamos a la pastelería francesa. Su receta base permite jugar con los sabores y decoraciones, algo que aprovechan los grandes pasteleros para lanzar sus propios macarons de autor. La novedad en este caso es el Donut Macaron o Macaronut, una golosa tentación que es obra de François Payard, francés nacido en Niza en una familia de varias generaciones de pasteleros. Payard es hoy el reconocido chef al frente de las pastelerías y tiendas que ha establecido por Estados Unidos con su mismo nombre. Su trabajo goza de gran prestigio y sus creaciones dulces son muy demandadas.
Tras muchos años de experiencia elaborando macarons de alta calidad para sus clientes en Estados Unidos, Payard afirma que ha querido demostrar la versatilidad del dulce francés uniéndolo al icónico bollo americano, otro de los dulces más apreciados por los estadounidenses, el donut. Puede parecer un poco raro pensar en la unión de dos dulces tan diferentes, pero el chef demuestra su experiencia y talento lanzando un postre que ya causa furor en Nueva York.
El Macaronut se lanzó en marzo de 2016, con motivo del Día del Macaron, y ahora se vende solo durante los fines de semana. Consiste en una base de masa de donut, convenientemente teñida con colorantes, sobre la que se coloca un relleno de crema y se culmina con una “tapa” de macaron, en forma de rosquilla, del mismo tono rosado y decorada con sprinkles (grajeas de chocolate) de colores. Un bocado curioso, con una mezcla de texturas tiernas y crujientes, y sin dudas, sumamente dulce. Parece que tienen mucho éxito, aunque por el momento son un producto muy limitado. Quien quiera probar el Macaronut tendrá que acercarse a uno de sus locales en Nueva York. ¿Valdrá realmente la pena?