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Una de las misiones fundamentales de la sal en nuestro cuerpo es la de mantener el equilibrio del agua. El cloruro también es importante en la formación del ácido del estómago (ácido clorhídrico), indispensable para digerir los alimentos. Y el organismo utiliza el sodio para regular la presión arterial y el volumen sanguíneo. También es imprescindible para la transmisión de los impulsos nerviosos y el correcto funcionamiento de los músculos.
Productos con sodio
El sodio se encuentra en forma natural en la mayoría de los alimentos; la forma más común es el cloruro de sodio o sal de mesa. Diversos productos alimenticios también contienen sodio en forma de nitrito de sodio, glutamato monosódico, sacarina de sodio, benzoato de sodio y bicarbonato de sodio (incluido en el polvo para hornear). Estas sustancias se encuentran como ingredientes en condimentos y aliños, como la salsa de soja, los cubitos de caldo concentrado y la sal de ajo. Las carnes procesadas como los embutidos, la panceta y los fiambres, al igual que las sopas y las verduras enlatadas contienen sodio agregado.
Peligro: sal en exceso
Como promedio y en condiciones de buena salud, nuestro cuerpo precisa de 3 a 4 gramos de sal por día. Esta cantidad puede variar según el clima y/o la actividad física que se realice. Una mayor ingesta de sal solo puede ser recomendable en momentos de mucha deshidratación debido a la transpiración y la diuresis, como puede ocurrir en jornadas muy cálidas o tras ejercicios intensos. La Organización Mundial de la Salud aconseja que el consumo de sal no sea superior a los 5 gramos diarios. El exceso puede facilitar la aparición de hipertensión arterial. Además, el sodio puede generar una acumulación grave de líquidos en personas con insuficiencia cardíaca congestiva, enfermedades renales o cirrosis.
Mayormente cuando se piensa disminuir el consumo de sodio, lo primero que nos viene a la mente es el salero de mesa. Sin embargo, este aporta solo un pequeño porcentaje de la sal que se consume diariamente; el mayor aporte proviene de los alimentos procesados y de las comidas rápidas. Generalmente se pone mayor atención a la cantidad de azúcar, grasas y calorías de los alimentos, y no se dimensiona el efecto negativo que puede generar el consumo excesivo de sal. Por otro lado, las comidas demasiado saladas pierden su sabor original.
Sales sin sodio
Para las personas sanas que no tienen hipertensión es indistinto utilizar o no sales con bajo contenido de sodio (conocidas también como cardiosales o sales light). La sal común de por sí aumenta mucho la presión arterial, porque el sodio es liberado por las células y en la sangre atrae mucha agua aumentando la presión sanguínea, por lo que está contraindicada en personas con hipertensión arterial. En lo único que beneficia la sal con bajo contenido en sodio es que frena este efecto de la sal común y aumenta la presión con menor intensidad. Mejor aún es utilizar sal marina que, además de cloruro de sodio, tiene otros minerales que son más beneficiosos, como el yodo y otros oligoelementos.
Leer las etiquetas
• Permite comprobar qué alimentos y bebidas llevan sal añadida o algún conservante que contiene sodio, descubriendo que ciertos tipos de alimentos y bebidas que no se identifican como de sabor salado, llevan cantidades de sal que se deben tener en cuenta.
• Podremos comparar la cantidad de sal de las distintas marcas de un mismo alimento y optar por las que hayan utilizado menos en la fabricación.
• Identifica los tipos de productos que contienen mayor cantidad de sal y de los que conviene no abusar, limitando la frecuencia y/o la cantidad a ingerir en la dieta diaria.