La intolerancia a la lactosa

La lactosa es un tipo de azúcar que se encuentra en la leche y otros productos lácteos. El cuerpo necesita una enzima llamada lactasa para digerir la lactosa. La intolerancia a la lactosa se presenta cuando el intestino delgado no produce suficiente cantidad de esta enzima.

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La intolerancia a la lactosa es una afección que se caracteriza por una reducción de los niveles de lactasa en la mucosa intestinal. La lactasa es la enzima encargada de realizar la digestión de la lactosa, que es el azúcar presente en la leche y otros productos lácteos. Por lo tanto, las personas con intolerancia a la lactosa, no pueden digerir correctamente alimentos con lactosa, como la leche, queso o yogur.

Tras ingerir leche, una persona con intolerancia a la lactosa puede presentar distensión abdominal, flatulencia, diarrea o cólico abdominal. Los síntomas se presentan frecuentemente después de comer o beber productos lácteos y, a menudo, se alivian dejando de consumir dichos productos.

La intolerancia existe cuando una persona solo puede digerir correctamente entre el 20 y 30 % de la lactosa que ingiere, mientras que el 70 y 80 % restante pasa al intestino grueso, en el cual fermenta y origina molestias intestinales y flatulencia. Las personas con elevada intolerancia a la lactosa podrían tolerar medio vaso de leche de una vez. Porciones mayores le podrían causar malestar abdominal.

Causas

Aunque los factores genéticos son los principales determinantes del déficit de lactasa, varios factores externos incrementan el riesgo de sufrir intolerancia a la lactosa:

- Padecimiento de enfermedades intestinales, como la enfermedad celíaca o gastroenteritis.

- Intervención quirúrgica intestinal, ya que se pueden dañar las paredes intestinales y ocasionar déficit de lactasa.

- Consumo excesivo de alcohol, lo que puede dañar las paredes intestinales y, consecuentemente, ocasionar déficit de lactasa.

Tratamiento

No hay cura efectiva para la intolerancia a la lactosa, pero reducir la ingesta de productos lácteos que contienen lactosa casi siempre alivia los síntomas.

Los productos lácteos que pueden ser más fáciles de digerir abarcan:

- Los productos lácteos fermentados, como el yogur.

- La leche de cabra.

- Leche y productos lácteos sin lactosa.

- Leches vegetales (soja, arroz, avena, almendras, nueces y semillas).

- Los quesos curados (que contienen menos lactosa que la leche).

No obtener leche en la alimentación puede llevar a una carencia de calcio, vitamina D, riboflavina y proteína. Una persona necesita de 1000 a 1500 mg de calcio cada día, dependiendo de su edad y sexo. Algunas medidas para obtener más calcio en la dieta son:

- Tomar suplementos de calcio con vitamina D.

- Consumir alimentos que tengan más calcio (como verduras de hoja, ostras, sardinas, salmón, camarones y brócoli).

- Beber jugo de naranja que contenga calcio agregado.

Las leches vegetales

Contienen gran concentración de minerales, vitaminas, calcio y ácidos grasos esenciales. La mejor recomendación para su consumo es variar la leche vegetal (una semana de soja, otra semana de arroz, etcétera) para aprovechar la variedad de nutrientes que nos ofrecen todas. Al ser un producto 100 % natural y sin conservantes, tienen una duración limitada, y depende de los ingredientes empleados (por ejemplo, con endulzantes pueden llegar a durar menos), su frescura, la pureza del agua empleada, y de cómo sean conservadas. La duración promedio es de unos 2 a 3 días (si bien pueden durar unos días más), bien tapadas en una botella en la heladera, preferentemente de vidrio, aunque en botellas plásticas también se conservan bien.

Debido a que las leches vegetales sedimentan un poco, hay que revolverlas bien antes de utilizarlas.

Atención

Consulte con el médico si:

- Tiene un bebé menor de 2 o 3 años que presenta síntomas de intolerancia a la lactosa.

- Su hijo está creciendo lentamente o no está aumentando de peso.

- Usted o su hijo tienen síntomas de intolerancia a la lactosa y necesita información sobre alimentos sustitutos.

- Los síntomas empeoran o no mejoran con el tratamiento.

- Desarrolla nuevos síntomas.

Leche de almendras

1 taza de almendras

4 tazas de agua

Esencia de vainilla

1. Poner en remojo las almendras durante toda la noche, o como mínimo 8 horas. Al ponerlas en remojo se ablandarán bien.

2. Colar las almendras, descartando el agua, luego de ese periodo. Pelarlas.

3. Licuar las almendras con 4 tazas de agua filtrada. Se puede agregar unas gotas de esencia de vainilla para dar sabor. Licuar hasta obtener una mezcla homogénea.

4. Si quiere endulzar la leche de almendras, agregue miel o algún otro endulzante saludable hasta que tenga el sabor adecuado.

5. Colar para separar la pulpa de almendras de la leche. Utilice un colador muy fino, un tamiz o varias capas de gasa.

6. Verter el líquido de modo que caiga en un tazón grande. El filtro retendrá la pulpa de la almendra y el líquido seguirá su camino.

7. Exprimir la pulpa restante para quitar todo el líquido. Es más sencillo utilizar un paño.

8. La leche de almendras tapada se puede conservar en la heladera por un total de 4 a 7 días. Será necesario agitar la botella antes de servirla para revolver el líquido.

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