La crema de leche

En la cocina aporta untuosidad, cubre y suaviza cualquier plato realzando los sabores de forma equilibrada. En repostería es uno de los ingredientes básicos. Pero no todas las cremas son iguales ni tampoco sirven para hacer todo tipo de preparaciones.

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La crema de leche es la capa espesa de color blanco un tanto amarillento que se forma en la leche recién ordeñada. En algunos países, también se le conoce como nata, no obstante, Esta es el resultado de la leche hervida y su consistencia es un poco más dura que la crema de leche, son productos muy parecidos.

La crema de leche debe tener una consistencia líquida más o menos viscosa, excepto cuando está batida o montada. Debe ser de un color que predomine el blanco tirando al amarillo y con un olor y sabor totalmente característicos.

Tipos de crema

Dependiendo de la cantidad de grasa que contenga, tendremos una crema doble, cuando contenga más de un 50 % de grasa. Si tiene más de un 30 % será apta para batir y hacer, por ejemplo, una crema chantillí. En caso de que no llegue al 20 %, solo será apta para cocinar. Esta crema light, llamada también liviana o ligera, no se puede montar porque no tiene suficiente grasa, pues realmente es la grasa la que hace que el líquido sea denso y se produzca una espuma más estable.

En la cocina se utiliza frecuentemente por la capacidad que tiene para suavizar el sabor de las salsas, llegando a ocultar las posibles asperezas que contenga la base de la salsa, como la acidez.

En repostería, la crema batida, también conocida como nata montada, es el resultado de mezclar rápidamente la crema de leche con aire hasta duplicar su tamaño; en ocasiones se le agrega un poco de azúcar. Suele confundirse con la crema chantillí, sin embargo, las dos se diferencian en que la crema chantillí contiene azúcar impalpable y un toque de vainilla, por lo tanto, es más dulce que su compañera.

Origen e historia

Durante mucho tiempo, la crema de leche se utilizaba solo para hacer manteca, pero a partir del siglo XVII, y gracias a los cocineros de la corte francesa, empezó a ser apreciada en la cocina por su untuosidad y ligereza. Durante el siglo XX se fue convirtiendo en el ingrediente básico de algunas cocinas regionales, formando parte de muchos platos emblemáticos.

Tradicionalmente se recogía tras la cocción de la leche, una vez que esta se enfriaba y la crema se separaba. Hasta que a finales del siglo XIX el científico Gustaf de Laval inventó una centrifugadora que, controlando la temperatura y la velocidad centrífuga, separaba los líquidos mezclados entre sí o partículas sólidas de estos líquidos.

Actualmente, también tenemos una opción de crema en aerosol, que sale lista para agregar a los postres y tortas, dependiendo del tipo de cánula se pueden obtener unas formas decorativas ideales. Se trata de una crema de leche envasada a presión, de manera que al entrar en contacto con el aire, esta se hincha. En este tipo de presentaciones se añaden azúcar, estabilizantes, aromas y aditivos, a diferencia de la crema fresca.

Propiedades

El principal nutriente de este derivado lácteo es la grasa, siendo la saturada la que domina en proporción y, según la variedad que se emplee, la crema de leche puede ofrecernos valiosos aportes y utilidades a nuestra dieta, siempre que la incorporemos en cantidades adecuadas.

Aparte de la grasa, es una gran fuente de vitamina A, posee vitamina D, potasio y calcio, aunque este último en menores proporciones que en la leche.

No es un alimento difícil de digerir y más si ha sufrido cocción, ya que durante este proceso la grasa se separa de la parte acuosa, de esta manera se modifica la estructura del alimento y se ralentiza el proceso de la digestión. La crema de leche no es un “condimento” calórico y más si la utilizamos con moderación y sin añadir otros alimentos que sean ricos en grasa.

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