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Cada niño es único. Uno de 4 años puede comer mucho mejor algunos alimentos que otro niño de la misma edad. Por lo tanto, hay que observar atentamente a los niños a medida que crecen y usar el buen juicio cuando tenga que decidir qué darles de comer.
Vigilar a los más pequeños
Cuando se les da de comer a los niños pequeños hasta 4 años de edad, es importante tener en mente tanto el tamaño, la forma y la textura de lo que van a comer como el ambiente donde van a comer.
Los niños menores de 4 años deben comer supervisados. Hay que asegurarse de que el niño esté sentado a la mesa, o por lo menos sentado, cuando coma. A esta edad, los niños no tienen la capacidad para juzgar cómo deben comer sin correr riesgos y pueden ponerse a correr, saltar y a comportarse de maneras inapropiadas mientras comen.
Cortar en trozos pequeños, tamaño bocado, alimentos tales como carne, panchos, uvas, frutas y vegetales crudos o cubitos de queso y animar a los niños a masticarlos bien.
Si un alimento es pequeño o resbaladizo, es posible que se lo traguen sin masticar y les bloquee la tráquea.
Para los niños menores de 6 años, los alimentos pequeños y redondos, especialmente si son relativamente duros o lisos, pueden ser más difíciles de comer y pueden tragárselos inadvertidamente enteros, con el riesgo de atragantarse. Alimentos como estos usualmente hay que picarlos en trocitos antes de dárselos:
- Dulces duros
- Nueces, semillas y maníes y otros frutos secos
- Uvas enteras
- Porotos, arvejas y choclo desgranado
- Pancho enteros o en rebanadas redondas
- Espinas de pescado
- Palomitas de maíz
- Cubitos de hielo
- Uvas pasas
- Coquitos
- Trozos de carne o queso
Alimentación suficiente
Los niños necesitan suficientes calorías y nutrientes para crecer físicamente y desarrollarse mentalmente en forma adecuada, pero no demasiadas, porque puede llevar a un aumento de peso poco saludable. Los niños con sobrepeso corren riesgos de problemas en su salud y sufren de baja autoestima. Los consejos siguientes pueden ayudar a encontrar el punto de equilibrio en su alimentación.
- Controle el peso en los controles médicos. El doctor de tu niño probablemente controlará su peso anualmente mediante una medida llamada Índice de Masa Corporal (IMC). El IMC evalúa el peso del niño con relación a su altura a través del tiempo; esto ayuda a determinar si tiene o no un peso saludable para su edad y sexo. Si el niño está aumentando mucho o muy poco de peso, el doctor le dará los consejos necesarios para mejorar su alimentación.
- Empiece por lo básico. Un peso saludable empieza en casa al proveer a los niños comidas que incluyan una variedad de alimentos nutritivos de los cinco grupos y al motivarlos a realizar una actividad física por lo menos 60 minutos al día.
- Incorporar nuevos alimentos de a poco. Especialistas en nutrición coinciden en señalar que pueden ser necesarios hasta diez intentos para que el paladar del niño acepte nuevos sabores y texturas. Los niños no aceptan de forma natural los nuevos sabores y alimentos, sino que necesitan tomarlos en repetidas ocasiones antes de admitirlos en su alimentación. La paciencia y la constancia son claves.
- Deje que los niños se autorregulen de un principio. Los niños pequeños y los preescolares son excelentes para interpretar lo que les dice su barriguita y saben cuando han comido suficiente. Déjelos decidir si quieren más comida o si ya están satisfechos. Esto sienta las bases para desarrollar hábitos saludables de comida para toda la vida.
- No pelear por la comida. A los niños de cualquier edad no les insista que dejen el plato limpio ni les prohíba ciertas comidas como galletas o dulces, porque sólo logrará que quieran comerlos más. Salvo en casos excepcionales de alergias e intolerancias alimentarias del niño, desde el punto de vista de la pedagogía alimentaria, no es sano prohibir alimentos. Lo único que se consigue con esta conducta limitante es generar mayor deseo por el alimento prohibido. No hay que decir “no” y “nunca” a ningún alimento, solo importa la cantidad y la frecuencia. Importa más la conquista de buenos alimentos que la prohibición de los más insanos. Se logra mucho más si se potencia lo bueno y se convence de su necesidad.
- Mantener a raya las calorías. Recorte calorías adicionales de las grasas y los azúcares, sirviéndoles carnes magras (sin grasa), productos lácteos descremados y versiones sin azúcar de productos como el yogur y las gaseosas.
- Incorporar hábitos saludables en su familia. Trabajen en equipo para planificar las comidas, hacer las compras, cocinar, limpiar la casa y arreglar el jardín. Estas actividades les enseñan a los niños valiosas destrezas para la vida diaria y a los adultos les dan la oportunidad de lucirse dando el ejemplo. Diviértanse también saliendo a caminar, a nadar o jugando juntos juegos activos.
- Fomentar una imagen corporal saludable. Los niños vienen en todos los tamaños y formas y es normal que su cuerpo cambie a medida que crecen y se desarrollan. Asegúreles que no hay una talla “perfecta” de cuerpo y que se los ama tal como son. Para desarrollar la confianza en sí mismos y su autoestima, hay que hacerles notar sus talentos especiales: uno es un mago de las matemáticas, otro es capaz de saltar la cuerda sin equivocarse la mayoría de las veces.
- Dar un ejemplo positivo. Los padres necesitan llevar una dieta saludable y hacer ejercicio para dar el ejemplo.
Cuidar las porciones
Servir a los niños porciones “adecuadas” es un asunto de equilibrio: las porciones deben ser suficientemente grandes para proveerles suficientes calorías y nutrientes para crecer y desarrollarse, pero no tan grandes que les proporcionen más calorías de las que necesitan.
- Servir porciones más pequeñas a los más pequeños. Tal como los niños mayores y los adultos, los más pequeños y los preescolares también necesitan alimentos de todos los grupos alimenticios, pero menos calorías. Empiece por servirles pequeñas porciones en las comidas y meriendas y deje que pidan más. A los cuatro años de edad, la mayoría de los niños están listos para comer porciones regulares.
- Dejar que los niños decidan. Ofrecer una variedad de alimentos nutritivos en las comidas y meriendas, pero dejar que ellos decidan qué y cuánto comer. Esto ayuda a que aprendan a interpretar las señales de su cuerpo para escoger cantidades que son “adecuadas” para ellos. Darles tiempo para comer para que aprendan a reconocer esas señales. No preocuparse si su apetito varía de día en día o de una comida a la siguiente. Eso es natural y depende de la hora del día, qué tan hambrientos, activos o cansados están, qué tan familiar les son los alimentos o si están dando un estirón.
- No sobrealimentar a los preadolescentes y adolescentes. Para los niños mayores es importante que las porciones no sean muy grandes, ya que pueden conducir a un sobrepeso poco saludable. Conversen sobre la necesidad de comer porciones sensatas de comida y hagan un hábito familiar el pedir porciones pequeñas de hamburguesas, papas fritas y bebidas o compartir un plato principal o el postre cuando salgan a comer afuera. Una porción sensata es una de 100 calorías.
- Enseñar a calcular las porciones. Una manera divertida de enseñarles a los niños lo “adecuado” de las porciones es comparar ciertas porciones de alimentos y bebidas con ciertas partes de tu mano. Por ejemplo, una porción ideal de carne cocida es aproximadamente del tamaño de su palma.
Especialistas en nutrición señalan que pueden ser necesarios hasta diez intentos para que el paladar de los más pequeños acepte nuevos sabores y texturas.
Fuente: consumer.es