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Elegir frutas y verduras imperfectas contribuye a reducir el desperdicio alimentario y todos los recursos que se han necesitado para su producción. Una tercera parte de las frutas y verduras que se producen nunca llegan a las estanterías de los comercios, ya que son rechazadas porque no cumplen los estándares de mercado, tamaño, color, forma, etc. En este sentido, la FAO comenta que los supermercados tienen un papel fundamental para cambiar esta situación, pero también es importante que los consumidores examinen su percepción sobre la estética de frutas y verduras. Debemos dejar de fiarnos en características superficiales que no son indicadores de sabor ni de calidad nutricional. Cada vez que se tira, por ejemplo, un tomate por cuestiones estéticas, se pierden recursos utilizados, como la tierra, el agua, las semillas, la energía, el tiempo, el trabajo y ¡ni hablar de los 815 millones de personas en el mundo que literalmente pasan hambre! Una tendencia emergente conocida como el “movimiento de la fruta fea” está ampliándose a través de gran parte de Europa y los Estados Unidos, ya que supone un triple triunfo: reducción de los desperdicios de alimentos, aumento en los ingresos de las granjas, y un incremento del consumo de frutas y verduras saludables ricas en fitonutrientes.