El vino enciende todos los sentidos

Al momento de catar un vino se encienden todos los sentidos. Degustar un vino tiene su proceso, y durante esta ceremonia -de placer, para algunos, o profesional, para otros- uno debe estar atento a todos los detalles y dejar que los sentidos comiencen a percibir lo que va ocurriendo.

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El tacto

El primer sentido que entra en acción es el del tacto, ya que al tener en las manos una botella de vino percibo dos cosas importantísimas: primero, la temperatura en la cual se encuentra el vino, con ello de seguro sabemos si está caliente (alrededor de 25 °C), a temperatura ambiente (entre 16 y 18 °C), o fresco (de 7 a 10 °C), que es la temperatura ideal para blancos, espumantes y champanes. Segundo, algo que no tiene ninguna influencia en la calidad del vino, el peso de la botella, pues mucha gente se deja influenciar por las botellas pesadas, pero como dije en varias oportunidades, en ningún caso ello hace que el vino sea mejor.

El oído

Es el segundo sentido que se utiliza en una degustación, puesto que el descorche de la botella siempre genera algún tipo de sonido. Algunos de ellos se consideran muy glamorosos, como el que se produce al descorchar una botella de champán o espumante. El siguiente sonido que percibimos es el del momento en el cual se sirve el vino en la copa. Claro que ambos sonidos no influyen en la calidad del producto propiamente dicho.

La vista

El tercer sentido que se utiliza en una cata es más que importante, ya que con la vista se pueden definir varios puntos, como el color (si es blanco, rosado o tinto), si tiene burbujas (en el caso de los espumantes, champanes o vinos gasificados), si el vino es joven o añejo (se percibe en los tonos de la bebida). Por ejemplo, un vino tinto debe ser de color intenso, entre violeta y granate cuando es joven, si tiene color amarronado o a ladrillo, ello significa que el vino es añejo. Ya cuando el conocimiento es mayor, inclusive al observar el color de un vino, uno puede identificar las botellas que no se encuentran aptas para ser consumidas.

El olfato

El sentido del olfato para mí es el más importante de todos, ya que uno puede detestar o quedar totalmente cautivado por los aromas del vino y ello influencia muchísimo si finalmente te va a gustar o no el vino. Cuando sentimos los aromas, buscamos en la memoria similitudes con aromas conocidos y que permanecen en el recuerdo. Pueden ser muchos y bien diferentes, los que reconocemos más fácilmente son los aromas florales, frutales, herbáceos, animales, químicos, a especias y otros más.

El gusto

Es el último de los sentidos en entrar en acción durante una cata, uno busca en esta etapa conciliar los aromas con los sabores, es decir, identificar frutas, especias, o el nivel de los taninos, para hacerse una buena idea del verdadero potencial del vino, puesto que mientras más complejo es el vino en boca, más sabores sentimos y más lo disfrutamos. Para algunos, este es el sentido más importante, dado que encuentran en el sabor el resultado sobre un vino específico y, sobre todo, le dan su veredicto final, si les gusta o no, lo cual, en síntesis, es lo que importa para la gran mayoría de los consumidores, ya que ello garantiza a los bodegueros y los importadores que uno vuelva a comprar un vino en la góndola de un supermercado, vinacoteca o restaurante.

Queridos lectores, solo queda seguir los pasos y disfrutar de una botella de vino. Catar un vino puede ser una tarea minuciosa (30 min aprox.) o bien rápida, como lo suelen hacer los profesionales. ¡Salud a todos!, hasta el próximo sábado.

oligayet@hotmail.com

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