El queso crema

Es un ingrediente muy versátil, se utiliza para untar, aderezar, hacer cremas, salsas y una enorme cantidad de recetas saladas y dulces. Aun las personas que no toleran la leche pueden comer queso, porque es un producto lácteo fermentado, no madurado, obtenido por acidificación con cultivos lácticos. ¿Cómo podemos aprovecharlo al máximo?

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El queso crema es un tipo de queso untable que se obtiene al cuajar mediante fermentos lácticos una mezcla de leche y crema. Es un queso fresco, blando, con alto contenido de humedad y grasa (26 %), elaborado con leche entera homogenizada y pasteurizada, crema de leche y sal, posee una consistencia suave, untable y cremosa. Tiene un alto nivel calórico, es bajo en sodio, rico en proteínas y minerales, como el calcio, fósforo y vitaminas A, D y B12. Es un alimento muy versátil en la cocina, además de ser un producto listo para su consumo, untándolo sobre una rebanada de pan, una tostada, unas galletas, o en lo que más nos guste, puede ser la base de muchas elaboraciones culinarias.

Existen muchas marcas en el supermercado que nos ofrecen este tipo de queso. Se encuentran distintas versiones que pueden variar en su formulación, sobre todo si hablamos del queso crema bajo en grasas o light. Los hay de sabor neutro y versiones aromatizadas con hierbas, ajo, cebolla, con quesos curados, fiambres, etcétera.

Lo que hay que saber

El queso crema es un producto versátil bastante resistente a los microorganismos si se conserva en frío. Sin embargo, esa fina lámina de papel aluminio que lo protege puede no ser tan poderosa si se nos pasa la fecha de vencimiento, y ese delicioso queso crema de color blanco puro puede convertirse en algo completamente diferente.

- El queso crema debe utilizarse tan pronto como sea posible una vez abierto.

- Su duración aproximada es de una semana y media, posiblemente dos semanas.

- El signo más evidente de deterioro es el moho, sin embargo, otras pistas a seguir son un olor agrio, matices grises o amarillos, o una textura acuosa viscosa.

- No es recomendable congelarlo, ya que la textura del queso crema cambia con el frío bajo cero. Se forman cristales y al descongelarlo nunca vuelve a ser cremoso y untuoso como antes.

Cómo aprovecharlo

- En combinación con huevos crudos. Se lo puede agregar a la mezcla de huevo de nuestras tortillas, omelettes, panqueques, waffles y, en general, en casi todas las masas que lleven huevo. Es una manera fabulosa de enriquecerlas y aprovechar los sobrantes que hayan quedado en el pote.

- En purés y sopas cremosas. El queso crema le da una textura y cremosidad especial a las papas, batatas, zapallo y, en general, todo lo que podamos convertir en puré o sopa crema.

- En tortas. Al igual que ocurre con otros productos lácteos, como el yogur o la crema de leche, el queso crema se puede agregar a la masa de nuestros bizcochos, confiriéndoles un sabor y textura peculiares y exquisitos.

- En patés. Si la receta indica el uso de manteca o aceite, podemos reemplazarlo por queso crema como elemento de unión entre los ingredientes. Esta idea contribuye a rebajar el contenido calórico de la receta.

- En fondues. Aquí entran en juego también las sobras de otros quesos, porque esta es la receta ideal para aunar todos esos trocitos de distintos quesos que quedan sin usar en la heladera. Solo hay que triturarlos con un míxer y fundirlos en una cacerola para disfrutar de ellos en forma de fondue, untándolos con distintos tipos de panes y verduras.

- En coberturas. Si bien la crema chantillí es la preferida para cubrir tortas y budines, podemos sustituir una parte por queso crema y así rebajar su contenido calórico. También mejorará el resultado final, ya que el queso crema aporta brillo y un acabado más liso.

- Una crema para postres en capas. Una versión rápida y fácil se obtiene batiendo el queso crema con yogur, ralladura de limón y azúcar impalpable y espolvoreando la mezcla con galletas desmenuzadas, semillas, chocolate rallado, o cualquier otro elemento que tengamos a mano.

- En albóndigas. Simplemente hay que preparar las albóndigas y rellenarlas con un núcleo de queso crema. Al servirlas calientes, el queso crema sale del interior como si fuera un volcán de queso.

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