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Ya sea negro, blanco, con leche, en bizcocho, en tableta, en golosinas o a la taza, el chocolate despierta auténtica pasión. Al igual que sus vecinos suizos y belgas, Francia tiene una tradición y un estilo específico en cuando al arte supremo de la elaboración del chocolate. El chocolate suizo es cremoso y con leche, mientras que el chocolate belga presenta pralinés y bombones rellenos. Estos dos tipos de chocolate se describen como dulces, con un sabor pronunciado. Por otro lado, el chocolate francés es intenso, puro y poco dulce, con un aroma suave. Aunque Francia se encuentra en el séptimo puesto en Europa con un consumo anual de siete kilos de chocolate por habitante, este país es una mina para los golosos, ya que está lleno de creaciones inesperadas. Los maestros chocolateros franceses, especialistas en sabores, son capaces de dar todo tipo de formas al preciado néctar, así como de reinventarlo constantemente.
En París, el Salón internacional del chocolate (Salon du chocolat) consta de 400 participantes venidos de todos los rincones del planeta. Entre los eventos ineludibles de este Salón, se pueden admirar las creaciones del desfile Tendencias del chocolate, donde hermosas mujeres modelan increíbles vestimentas tejidas de chocolate; chocolateros y diseñadores trabajan de forma conjunta para dar vida a las creaciones más sabrosas e imaginativas. Presente en las ciudades más importantes del mundo, desde Nueva York hasta Tokio, pasando por Moscú, Dubái y Pekín, el Salon du chocolat es reconocido hoy en día por el conjunto de los profesionales del sector como el embajador oficial del chocolate en todo el mundo.