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El plato es uno de los principales elementos de la vajilla sobre el que reposa y se sirve la gran mayoría de los alimentos. Se trata de una superficie abierta, más o menos cóncava, elaborada de diferentes materiales, como porcelana, vidrio, cerámica, metal, plástico, barro, etc. Aunque en la arqueología, el antecedente más cercano al plato es el cuenco, algunos investigadores han puesto en duda la existencia de platos en la vajilla doméstica hasta el final del Medievo, dada su escasa presencia en los repertorios conocidos (no hay referencias etimológicas hasta el siglo XV). Así se ha planteado la posibilidad de que estuvieran hechos de materia perecedera, o bien, que no se necesitasen. Hasta el siglo XV, en la península ibérica, por ejemplo, se acostumbraba comer sobre una gruesa rebanada de pan duro a la que daban forma cuadrada y que se llamaba "tajadero". Esta absorbía los jugos de la comida y, al final, el tajadero podía comerse con salsa, pero era más frecuente darlo como limosna a los pobres.
El plato como tal y similares recipientes aparecen en la cerámica islámica desde época temprana: los platos califales de Medina al-Zahra (siglo X y XI), y el ataifor, que se define como: “un recipiente de base convexa, paredes curvas y borde recto con el labio redondeado; plato o fuente para la presentación de alimentos en la mesa. Las piezas grandes (con diámetro mayor a 25 cm) servirían de fuentes y las de tamaño menor, de platos”.