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En su lugar de origen el Cabernet Sauvignon es el denominador absoluto, es la zona de Burdeos específicamente el AOC Medoc, donde nunca se lo consumirá como varietal sino en un blend con Merlot o Cabernet Franc. Esta variedad ha recorrido el mundo, hoy en día la uva vitisvinifera más cultivada del mundo dando vinos de sabores e intensidades únicas además de un gran potencial de guarda. Sus terroirs favoritos y casi indiscutidos son Napa Valley, en los Estados Unidos, donde viticultores como Robert Mondavi y Chateau Montelena lo hicieron famoso. Y Chile, que también obtuvo reconocimiento mundial en los años 70 gracias a este varietal que lo catapultó para arriba, una tendencia que continúa hoy en día, ya que la mayoría de sus grandes vinos (o los vinos denominados “íconos”) están compuestos en gran parte por el Cabernet Sauvignon dentro de la mezcla de sus blends.
Países como Australia y Sudáfrica producen grandes vinos de este varietal, la condición es que el clima sea templado. Por ejemplo, ya el sur de Alemania es demasiado frío para que el Cabernet Sauvignon crezca correctamente produciendo uvas de calidad. Hay países que elaboran grandes vinos con estas uvas como el caso de Portugal, pero como no es una variedad autóctona, hay muy poco, ya que casi siempre las bodegas no están autorizadas a utilizarlo dentro de los vinos AOC o DOC. Entonces, lo que ocurre es que algún que otro viticultor elabora un vino extraordinario a base de Cabernet Sauvignon, lo vende bajo una etiqueta fácil de reconocer para el consumidor, todo su marketing es en torno a este producto, pero como no lo puede vender bajo un AOC o DOC, lo vende como “Vino de mesa”, es decir la categoría más simple que existe dentro de la legislación europea.
De esta forma, queridos amigos, no se sorprendan si algún día ven una botella de vino francés, español, italiano, portugués, griego o búlgaro a un precio superior a los 100 euros que en su etiqueta diga “Vino de mesa”; esa es una cuestión puramente legislativa y no de calidad.
Un vino intenso
El Cabernet Sauvignon, independientemente de donde es cultivado, se destaca por tener un fuerte aroma a cassis, chocolate y tabaco (cuando añejado en barrica de roble). Cuando es bebido joven, sus aromas a locote verde sobresalen. Sus racimos están compuestos por uvas pequeñas, de color intenso, que tienen cáscaras bastante resistentes, lo que lo hace tan fácilmente adaptable a muchísimos microclimas diferentes en el mundo. Una vez vinificado, sus taninos son ricos y están bien presentes, esto permite que el vino tenga un gran potencial de envejecimiento.
Los vinos de las líneas económicas de este varietal no envejecen en barricas de roble sino en tanques de concreto o acero inoxidable, siendo más suaves y fáciles de beber, inclusive para quienes se inician en esta bebida. Ya los más costosos hacen crianza en barricas bordelesas de 225 litros, dándoles complejidad, taninos fuertes, y sabores como grosella y caramelos de regaliz, siendo recomendado aguardar un cierto tiempo para beberlo, así el mismo se estabiliza en su cuerpo. La pregunta es, ¿cuánto tiempo? Pues pude degustar justamente la semana pasada un Luigi Bosca Cabernet Sauvignon Reserva 1994 y un Catena Zapata Estiba 1997, ambos en perfecto estado de conservación y aún con potencial de guarda –para el último de los citados– de por lo menos 5 años más. Puede ser más aun, pero para ello debo ir probando año tras año para identificar su evolución.
Los vinos de Cabernet Sauvignon contienen una graduación alcohólica de entre 13,5 y 15 º en %, un nivel bastante elevado, principalmente porque son elaborados en lugares donde el clima es caliente y su temperatura de servicio recomendable (cuando no pasó por barrica de roble) es 14 a 16 ºC y cuando pasó por crianza, se recomienda servirlo a 17 o 18 ºC.
A todos los seguidores de esta página, ¡salud! y hasta la semana que viene.
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