Cómo transportar los vinos

Todos los fanáticos de los vinos tenemos la buena costumbre de viajar a países productores o lugares donde venden vinos excepcionales. Generalmente, los degustamos en origen, pero casi siempre, y con seguridad puedo decir, volvemos al Paraguay con algunas muestras de las botellas que nos gustaron y quisiéramos compartir con aquellos amigos que no pudieron acompañarnos.

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El vino es una pasión para muchos y cuanto más te gusta algo parece que más quieres compartirlo con las personas que disfrutan de lo mismo que uno. El vino tiene eso y lo puedo confirmar: viajo al exterior y siempre traigo muestras de alguna bodega o de algún vino en particular, para compartir. Es más, habitualmente cada una de las botellas ya está destinada según los gustos de mis amigos. Así, se van formando los grupos: a los que les gusta el champagne, los que prefieren los tintos suaves, los tintos fuertes, los vinos blancos, los vinos tardíos, los vinos fortificados, los vinos europeos o los vinos del Nuevo Mundo.

En auto

Pero viajar con estas botellas para algunos pude ser algo complicado. Si el viaje es en auto y tu destino es Brasil, Uruguay o las provincias argentinas de Salta, Mendoza, San Juan o la región de la Patagonia, es solo mantener las botellas alejadas del calor del sol en el lugar más fresco posible dentro del automóvil. El hecho de desplazarse por tantos kilómetros no le hace mal al vino, solo hay que saber que –una vez llegado a destino– lo mejor es dejar que las botellas descansen o reposen como mínimo unos 15 días, así los líquidos se tranquilizan y podrán disfrutar de todos sus aromas al descorcharlos.

Venir desde Chile por tierra tampoco es un gran problema, solo que uno debe estar seguro de que la calidad del corcho sea buena, ya que al cruzar los Andes se llega a una altura superior a las 3500 m, lo que hace que el corcho sea succionado hacia adentro y, al bajar de esa altitud, el corcho normalmente vuelve a su punto inicial. Este movimiento puede hacer que ingresen pequeñísimas cantidades de oxígeno en la botella y ello puede perjudicar al vino. Pero –aclaro bien– esto ocurriría solamente si hubiera algún tipo de defecto en el corcho. Si uno realmente no desea tener ningún tipo de sorpresas, la tapa rosca te da toda la seguridad que se pueda pedir, ya que es 100 % fiable.

En avión

Viajar en avión con vinos no es peligroso: primero hay que saber que la botella solo puede viajar en la bodega por cuestiones de seguridad, ya no se permite más que estén en la cabina, salvo raras excepciones en vuelos internos de algunos países productores. Enviar los vinos en la bodega del avión implica que las botellas subirán a una altura mucho mayor, inclusive que la del cruce de los Andes; esta vez pueden llegar a sufrir la presión de los 11.000 m, lo que quiere decir que el movimiento del corcho puede ser aun mucho mayor. Pero como siempre digo, confío en la calidad de los buenos corchos y, sobre todo, en la tapa rosca.

Cuidado con los golpes

Ahora bien, ¿cómo hacer para que las botellas no se rompan? Es simple: envuélvalas con la ropa, así estará seguro de que tendrán un excelente colchón y no se golpearán. Yo mismo lo he hecho varias veces y existe muy poco riesgo de que las mismas se quiebren (hasta ahora, jamás tuve un accidente con una botella). También notarán que, al bajar del avión, las botellas están frescas o frías, es por ello que también recomiendo envolver bien las botellas, ya que la ropa las protegerá del frío que puede llegar a ser de -50 ºC.

Para todos hay soluciones y para los más fanáticos hay algunas muy prácticas, como las valijas para transportar vinos que se consiguen en el mercado. Las hay pequeñas, es decir, para 4 botellas, hasta más grandes, que tienen capacidad para 24 botellas (24 botellas cargadas en una maleta de estas llegaría a pesar 32 kg, el máximo autorizado para una maleta en algunas compañías aéreas).

Ya son varios los fabricantes de este tipo de maletas, vienen con espuma separadora, válvula de escape en caso de aumento de presión atmosférica e isotérmica para que ni el frío ni el calor afecten a los preciados vinos. ¡Son tantos los amantes del vino que hasta maletas especiales para ellos se están fabricando! La idea me parece óptima y muy útil. Lástima el precio de las mismas… Pero bueno, muchas veces, transportar botellas tan queridas compensa la inversión.

Amables lectores: ¡salud! y tengan cuidado con sus botellas al volver…

Hasta el próximo sábado.

oligayet@hotmail.com

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