Cargando...
Pero bueno, esos son recuerdos y hoy existen nuevas realidades. Lo concreto es que Marcos y Pablo Etchart, personalmente, nos recibieron en su bodega llamada San Pedro de Yacochuya, ubicada sobre la colina que mira a la ciudad de Cafayate y el valle de Los Calchaquíes, con una vista impresionante de las viñas y los viñedos que están en el lugar. Llegamos con 20 min de retraso, ya que subir nos demoró un poco más de lo que esperábamos. Al llegar nada más, Marcos nos llevó al corazón de la bodega —allí donde se realizan los vinos— para explicarnos los procesos de realización de toda la línea de sus vinos. También charlamos un poco sobre la relación directa que ellos tienen con Michel Rolland, quien trabaja con ellos en este proyecto (Yacochuya es la primera bodega en Argentina que fue asesorada por Roland, hace ya casi 20 años).
Seguidamente, fuimos a la sala de barricas, en donde tuvimos una profunda conversación sobre la realidad de la viticultura, lo que busca el consumidor, lo que buscan los periodistas y lo que buscan los sommeliers… Fue un tema de armónico debate, llegamos a la conclusión de que hay un poco de todo en este mundo, pero, al final de cuentas, lo que sí vale es el vino de calidad y, sobre todo, que siempre siga siendo el mismo.
Degustación
En fin, pasamos después a degustar los vinos. Comenzamos con el vino Coquena Torrontés, seguido por otro Torrontés de características totalmente diferentes, como el San Pedro, que pasa por barrica de roble. Cada uno tenía su parecer acerca de los vinos. A continuación, probamos el Coquena Malbec, suave y agradable, para seguir con el Coquena Blend, un vino nuevo en el mercado, que lo estábamos descubriendo ese día. Por supuesto que todos estábamos esperando los vinos premium, así que primero descorchamos un San Pedro de Yacochuya 2015, elaborado con 85 % de Malbec y un 15 % de Cabernet Sauvignon. Ese vino estaba exquisito, demoró algo en abrirse, pero la copa ayudó, y su potencial aromático y en boca no defraudó. Siempre que voy a Cafayate aprovecho para traer uno para compartir en casa.
Llegó el momento de abrir aquel vino del “cactus” que les había mencionado más arriba. Con mucha expectativa, descorchamos el Yacochuya 2015 en la sala de degustación, todos aguardaban ansiosos con sus copas, lastimosamente no tuvimos tiempo de decantar el vino suficiente tiempo, pero su potencial era evidente: un vino de calidad indiscutible. Tanto así que sobró vino en la botella, ese resto lo llevamos y, al día siguiente, lo volvimos a servir… Puedo decir, 24 h después, que estaba magnífico.
Apreciados lectores, ¡salud a todos! y el próximo sábado les contaré más.