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Laurel (Laurus nobilis)
Es un arbusto o árbol perenne perteneciente a la familia de las lauráceas, a la que da nombre. Es originario de la zona Mediterránea y sus hojas son utilizadas como condimento en la cocina. Se lo conoce como planta medicinal desde la antigüedad: los hindúes asociaron sus hojas con la diosa Vishnu y los griegos creían que aumentaba la habilidad física de las personas. Hoy se conoce que el laurel tiene diversas propiedades benéficas para la salud. Consumir hojas del laurel propicia una buena digestión y alivia diversos malestares estomacales; su aceite esencial se utiliza para curar esguinces, inflamaciones y dolores musculares leves al untarse sobre las áreas afectadas. Los compuestos de las hojas tienen propiedades astringentes, antiinflamatorias, antibacterianas y antimicóticas, que pueden ser aplicadas para tratar problemas de la piel, como el acné y otras infecciones leves. Los componentes aromáticos de las hojas del laurel tienen propiedades repelentes de insectos y al dispersar las hojas en el interior de despensas y estantes en los cuales se almacenan los alimentos, evita que se acerquen insectos, como cucarachas, polillas y moscas. Para mejorar la digestión, reducir gases y aliviar malestares estomacales, una infusión de hojas de laurel después de una comida pesada es una buena solución. Para ello se pone agua al fuego y se retira inmediatamente después que comience a hervir, se agregan dos o tres hojas del laurel por cada taza de agua. La infusión se deja reposar durante 15 min y se sirve. Esta infusión es ideal para la sinusitis, ya que sus aceites volátiles posibilitan la descongestión mediante la expulsión de los mocos. También ayuda a curar la resaca, la intoxicación o el envenenamiento, pues al beber la infusión nos ayudará a vomitar y, por ende, eliminar todo lo que ha provocado el daño. Si se bebe antes de la comida, puede servir para ayudar a reducir los niveles de azúcar en la sangre debido a sus compuestos que ayudan al cuerpo a procesar la insulina. El aceite del laurel siempre debe ir diluido y ser utilizado en pequeñas cantidades. Al aplicarse sobre la piel, puede causar irritación y producir manchas.
Lavanda (Lavandulae sp.)
Es una planta de la familia de las lamiáceas, que contiene una treintena de especies conocidas, entre las que se encuentra el espliego, fácilmente confundible con la lavanda común. El nombre científico de la lavanda, lavandulae, proviene del verbo latino lavare, porque se dice que esta flor ayuda a lavar las heridas tanto físicas como emocionales. Su aroma inconfundible la ha convertido en la joya por excelencia de la aromaterapia. En Francia es muy utilizada para elaborar perfumes y aguas de colonia. Sus tupidas espigas de flores se destilan al vapor para producir un aceite esencial que tiene infinidad de usos: analgésico, regenerador celular, sedante, antiséptico, ayuda a atenuar los síntomas de las gripes y refriados, dolores musculares y jaquecas. En una quemadura reciente ayuda a prevenir la aparición de ampollas, así como a regenerar los tejidos. En el caso de las heridas, desinfecta al instante evitando consecuencias posteriores. También como antiinflamatorio es muy usado, sobre todo en procesos de reuma o artritis, ya que la lavanda ayuda a relajarse y calmar el dolor. Es importante que el aceite sea de alta calidad y pureza para ser efectivo. Las flores secas se usan para perfumar y ahuyentar los insectos de armarios y cajones, así como para poner en la almohada para inducir al sueño relajado.
Fuentes: Remedios Naturales del Paraguay, de Caio Scavone, Ed. Servilibro; Wikipedia y ecomania.com