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Síntomas
Los principales síntomas son una pérdida pronunciada de peso, gran disminución de la ingesta de alimentos por resistencia a comer, amenorrea (en mujeres), hiperactividad, constipación. Las personas que padecen esta enfermedad en estadios avanzados presentan comúnmente piel seca, inflamación de las encías y atrofia muscular. La alteración del equilibrio a nivel hormonal se evidencia con la amenorrea durante tres o más ciclos, que es considerada el síntoma clave de la anorexia nerviosa en mujeres. Como se trata de una enfermedad psicosomática, a nivel psíquico puede mencionarse que las personas con anorexia nerviosa tienden a sentirse atemorizadas por el aumento de peso.
Tratamiento
Se requiere un enfoque multidisciplinario en el que el médico, el psicólogo y el nutricionista determinarán la mejor terapia, consistente en un efectivo plan de atención para revertir los daños causados por la patología. Sin lugar a dudas, el mayor desafío en el tratamiento de la anorexia nerviosa es ayudar a la persona a reconocer que tiene una enfermedad. Una vez iniciada la alimentación, se incrementará progresivamente el aporte calórico hasta alcanzar los objetivos de peso adecuados.
Especialistas de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, España, explican que el éxito del tratamiento radica en la normalización de la conducta alimentaria, la instauración de una percepción normal de la sensación de hambre y saciedad, y la corrección de las secuelas físicas y psicológicas derivadas de la malnutrición.
Selección de alimentos
El plan de alimentación debe aportar las calorías suficientes que el paciente requiera para ganar peso en la medida de sus posibilidades. El aumento progresivo de las calorías debe estar permanentemente sometido a controles garantizando las preferencias alimentarias del paciente. El estreñimiento es común en las personas anoréxicas; este estado es originado por la disminución de la motilidad intestinal asociada al ayuno, que como mecanismo de defensa, conserva el gasto energético del organismo. Este cuadro se normaliza gradualmente a medida que se reinicie la alimentación. Por otro lado, también pueden presentarse diarreas acompañadas de distensión y dolor abdominal en las etapas iniciales del tratamiento.
Antes de reiniciar la alimentación, es importante mencionar que todo plan de alimentación debe ser individual. Como en el caso de la anorexia nerviosa, la misión es la ganancia óptima de peso y para ello se recurre a la indicación de comidas hipercalóricas que no sean de gran tamaño.
Lácteos: leche, yogur y queso enteros, si no existen contraindicaciones. Son alimentos con proteínas de alto valor biológico. La cantidad diaria de lácteos deberá ser lo suficiente como para cubrir el requerimiento de calcio según la edad.
Huevos: un huevo entero por día.
Carne: se indica como mínimo una porción diaria. Las más aceptadas en primer lugar son las blancas y luego las rojas.
Hortalizas: preferentemente la papa, batata y el choclo.
Cereales y pastas: Una porción diaria.
Frutas: preferentemente en jugo. La más indicada es la banana.
Azúcares y dulces: se indican según la tolerancia que presente cada paciente a los mismos.
Condimentos: son buenos aliados porque ayudan a que las comidas sean más apetitosas.
Características de los alimentos
Las comidas deben tener sabor y aroma agradables y estimulantes. En cuanto a la consistencia, que exija poca masticación, para que los pacientes no realicen un gran esfuerzo ni se cansen antes de tiempo y dejen de comer. Su temperatura debe ser entre templada y fría preferentemente, para que el pasaje por el estómago sea lo más rápido posible y evitar así la sensación de saciedad. (Se recuerda que los alimentos con temperatura caliente producen congestión de las mucosas y retardo de la evacuación, produciendo mayor saciedad). Es importante controlar que las porciones sean de tamaño reducido debido a que, paralelamente a la baja ingesta, se reduce la capacidad gástrica.