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URU SAPUCÁI, Itapúa (De nuestra redacción regional). Itapúa se caracteriza por ser el departamento del Paraguay que concentra a seis comunidades ortodoxas ucranianas, ubicadas en Uru Sapucái, Santo Domingo, Fram, Capitán Miranda, Alborada y Natalio 12, que están bajo la protección canónica del Patriarca Bartolomeu 1º de Constantinopla.
En cada uno de estos distritos hay una Iglesia ortodoxa y un abad con su cónyuge e hijos. Dentro del catolicismo, los ortodoxos se casan y viven con su esposa, cuidan de una familia. “Requisito para poder hacerse cargo de una comunidad”, según el padre Demetrio, encargado del Monasterio del Santo Encuentro.
Un lugar especial
En el Monasterio del Santo Encuentro viven los solteros aspirantes a la vida religiosa ortodoxa. El complejo, construido en su totalidad de ladrillos, está enclavado en una bucólica colina de siete hectáreas, rodeado de campos de cultivo. Dista 30 kilómetros de Encarnación y ocho kilómetros de la Ruta I “Mcal. Francisco S. López”, con la que se conecta a través de un camino vecinal empedrado que pasa a través de una zona rural poblada mayoritariamente por descendientes ucranianos, por lo que está en un lugar estratégico.
“Como su nombre lo dice, está abierto al encuentro con personas que deseen orientación espiritual o pretendan pasar unos días de meditación”, comentó Demetrio.
A pocos kilómetros del monasterio –también en la compañía Uru Sapucái– se encuentra la imponente iglesia ortodoxa ucraniana “Santísima Trinidad”, con una peculiar arquitectura para esta región rural. Allí, los domingos, el abad Demetrio preside los oficios religiosos.
La construcción del monasterio fue financiada con los aportes de los fieles de toda la región, con una inversión de unos G. 250 millones. Actualmente alberga al padre Demetrio, al postulante Elías y al subdiácono Richard, pero pueden habitar hasta 12 monjes, más el abad. En el ala principal del imponente edificio está la capilla “Del Santo Encuentro”, dedicado a los Santos Inocentes, e inmediatamente se halla otra capilla, que es la reservada para la oración del abad y los monjes.
En las siete hectáreas, los religiosos cuentan con un piquete con lecheras y terneros, tres lagunas para la crianza de peces, 2,5 hectáreas utilizan para la agricultura, el cultivo de autoconsumo, huertas y frutales. Cuentan también con zona reforestada con especies nativas. “Nuestro objetivo es ser autosuficientes para no depender de la comunidad; no obstante, los feligreses siempre nos dan una mano”, afirmó el padre Demetrio.