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ENCARNACIÓN (Juan Augusto Roa, de nuestra redacción regional). La soleada tarde de domingo la canchita que se encuentra a un costado de la escuela básica número 816 “Hno. Lucas Bruder” del barrio San Antonio Ypecurú bulle de niños y adolescentes que juegan, cantan, corren, pintan. Muchos de estos niños provienen de familias que trabajan como recicladores en el vertedero municipal, que está a un par de kilómetros más al fondo del barrio.
Los dirige un nutrido grupo de jóvenes voluntarios que integran el Club Escuela Solidaria (CES), un proyecto educativo ideado y ejecutado por los ellos mismos, que apunta a demostrar que existe un modelo diferente y más efectivo de enseñar.
“Lo que hacemos es replantear el sistema educativo mediante un sistema no tradicional, no ya el clásico pupitre. Proponemos un sistema de educación transversal, donde todo tiene que ver con todo, donde se aprende idioma, geografía, asociado con la actividad motora”, explica Sebastián Da Ponte, presidente del CES.
Mediante juegos, propiciando la participación activa del niño, se pone a andar un proceso donde el estudiante aprende mediante el empleo de todos los sentidos. Para desarrollar el formato, los jóvenes observaron el modelo educativo que se aplica en Finlandia, y lo adaptaron a nuestro país, con las características propias de nuestra cultura.
El trabajo se desarrolla una vez por mes en las ciudades del interior y cada 15 días en el vertedero de Cateura. Los jóvenes voluntarios cubren sus propios gastos de traslado y con aportes de algunas empresas para costear los útiles que emplean en sus clases. “Replanteamos el modo de lectura; en nuestro país, entre el 72 y 90 por ciento de los niños no entiende lo que lee”, sostuvo Da Ponte.
Inicios
El club de amigos de la educación nació en Asunción como iniciativa de un grupo de jóvenes estudiantes y profesionales universitarios que se propone cambiar el modelo existente. Tienen un programa elaborado y es el que se aplica en las clases no formales que desarrollan con niños desde un año hasta 14 años, escolarizados y no escolarizados.
Hace siete meses comenzaron desarrollando clases con niños del vertedero de Cateura de la capital de nuestro país y actualmente tiene programas similares en otras ciudades, como Ciudad del Este y Encarnación. Alrededor de 1.000 niños de sectores económicos y sociales muy vulnerables participan del programa y los resultados empiezan a notarse en esta ciudad tras dos meses de aplicación.
“El objetivo es mostrar que se puede cambiar y mejorar la educación, y que la falta de infraestructura no es un impedimento”, dijo Da Ponte.