Cargando...
En la fiesta también se agradece a la naturaleza por la llegada del verano, que representa una estación en la cual maduran las frutas y se realizan las cosechas, explicó Francisco Yanagida.
El festival se realizó en el predio de 4,5 hectáreas de parquizado que la Asociación Japonesa de Encarnación posee en cercanías del barrio Pacú Cua.
Fue una fiesta de luces, alegría, música y danza en la que se “prendieron” japoneses y no japoneses. En forma espontánea el público se sumó a una danza que se desarrolla en un gran círculo formado por personas, en torno a una especie de atalaya en la que están ubicados unos músicos que ejecutan un enorme tambor.
El encuentro, que congrega a numeroso público, se realiza anualmente desde hace varios años.
Es impresionante cómo la gente se congrega, es ya una tradición participar de este festival, en el cual, para alegría de la colectividad, vemos a mucha gente joven, tanto descendientes como de otras culturas, expresó Yanagida.
También hubo un concierto de música tradicional, utilizando el taiko.