Itacuá, un lugar de recogimiento

El Santuario de Itacuá es un sitio de gran belleza paisajística que invita al descanso físico y espiritual. Se trata también de un espacio de referencia histórica porque remonta a principios del siglo XX, cuando la capital de Itapúa tenía al río como única vía de comunicación con el Alto Paraná.

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ENCARNACIÓN (Juan Augusto Roa, de nuestra redacción regional). La referencia histórica da cuenta de que en este lugar existe una gruta natural en la roca donde los navegantes solían mencionar que aparecía la imagen de una Virgen.

Según las versiones, la imagen de la Virgen en la gruta natural servía de advertencia porque en este sitio el río Paraná tenía grandes bloques de piedra bajo la superficie del agua, lo que significaba un peligro para las embarcaciones.

En los primeros años de 1900, un misionero del Verbo Divino instaló en la gruta natural, en la roca, una imagen de yeso, traída de Europa, y desde entonces se volvió un ritual visitar el sitio. Se llamó Virgen de la Aurora, inicialmente, hasta que la referencia a la Virgen de Itacuá (de la gruta o agujero en la piedra) se impuso en el imaginario popular.

Luego, se hizo costumbre la peregrinación de fieles hasta el lugar cada 8 de diciembre, en coincidencia con la celebración de la Virgen de Caacupé, hasta que con el paso de las décadas se estableció como sitio de peregrinación.

El santuario está bajo el cuidado de religiosos de la Congregación Oblatos de María Inmaculada (OMI), a cargo de los religiosos Andrés Czekaj (OMI), párroco del santuario de Itacuá, y José Orzechowski (OMI), párroco de la parroquia San Miguel Arcángel, del distrito de Cambyretá.

Gruta bajo agua

La construcción de la represa de Yacyretá y su fuerte impacto al entorno físico ribereño –hizo desaparecer toda la Zona Baja de Encarnación– también alcanzó al santuario. La gruta original quedó bajo al menos seis metros de agua, por lo que hubo necesidad de una importante transformación en el sitio.

La actual gruta que aloja la imagen venerada por los fieles fue reconstruida, coronando un paseo de cemento que literalmente rodea el pequeño cerro.

En la parte superior del cerro, en medio de una fresca arboleda de especies nativas, se encuentra el nuevo templo, construido por la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) como resarcimiento por la afectación provocada al santuario.

Durante todo el año, el santuario recibe la visita de personas que van por razones religiosas, otras simplemente a admirar el paisaje y pasar un momento de sosiego y descanso. En el sitio existe una cantina en la cual se puede comprar agua y algo de comida.

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