Para festejar tan grato acontecimiento en el salón comunitario del barrio, estuvieron sus ocho hijos –cinco mujeres y tres varones–, siete de los cuales vinieron desde la Argentina, donde residen. También asistieron varios de sus 49 nietos, 126 bisnietos y 26 tataranietos. “Cumplo 100, pero para mí que sigo teniendo 22 años nomás”, dijo don Aniceto, para algarabía de quienes lo rodeaban. El protagonista de esta historia nació en Yegros, Caazapá, en 1915.
Con la mirada serena, este guerrero del Chaco Boreal contó que a los 17 años fue al frente de combate por decisión propia. Peleó en Fortín Boquerón bajo las órdenes del comandante coronel Franco.
“Primero en tren, luego en barco por el río Paraguay y finalmente en camión hasta Boquerón…”, en el frente mismo de combate. Luego de guerrear por espacio de 2 años y 3 meses –según refiere con absoluta precisión–, fue herido por un disparo de mortero, dado de baja y vuelto al frente, un mes después de su recuperación, a Bahía Negra.
“Una vez que finalizó la guerra volvimos a Asunción, donde nos reunieron a todos en el estadio (actual Defensores del Chaco); allí nos agasajaron y nos dieron el pasaje para que regresemos a nuestras casas…”, dijo Aniceto, quien cuenta que tras la guerra se afincó en Santa Rosa, Yuty, con su esposa, Victoriana de Báez, y que vino al barrio Mbói Ka’ê de Encarnación en 1978 y trabajó en el aserradero Itapúa.
