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En todo el trayecto de cinco kilómetros, el nicho que contiene la venerada cruz iba realizando visita “casa por casa”. En todos los lugares la gente improvisaba altares y mesas.
En cada “parada” las familias repartieron golosinas, bebidas gaseosas, jugos, chipa y frutas.
Esta tradición se viene repitiendo en la zona desde años y marca una costumbre arraigada en la sociedad yaguaronina. Los lugareños atribuyen poderes sobrenaturales y hasta curativos a la pequeña cruz que adoran.
La costumbre de los lugareños data de principios del siglo XX. La creencia popular indica que el bastón de San Roque, patrono primitivo de la ciudad, se rompió en tres partes, que fueron entregadas a tres bienhechoras de la iglesia.
Las mujeres tallaron tres cruces a partir de la madera que se les fue concedida. Una de las cruces es la que recorre y es venerada en la comunidad de Peguaho, y las demás tienen paradero desconocido.
La fiesta de la Cruz de San Roque es considerada la segunda fiesta de la religiosidad popular más importante de Yaguarón. La imagen se halla bajo el cuidado de la familia Rodríguez Ayala.
La leyenda tiene además relación con antiguas tradiciones de los afrodescendientes de la zona de Paraguarí, que servían en las fincas de los misioneros jesuitas.
Se cuenta que los pobladores de esa época festejaban la llegada de la primavera, cuyo protagonista eran los jóvenes.