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MAYOR OTAÑO, Itapúa (De nuestra redacción regional). El excombatiente Cristóbal Báez nació el 4 de diciembre de 1911 y la primera vez que se radicó en Argentina fue en 1936, tras finalizar la Guerra del Chaco, según comentó.
Tiene una memoria prodigiosa y en guaraní comentó que tras la guerra, la yerba mate lo trajo a esta zona del Alto Paraná argentino. Se dedicó a la tarefa (cosecha de yerba mate); animó fiestas con su guitarra y jugó al fútbol.
Contó además que sirvió en el Regimiento 12 de Mayo y relató que después de 20 días de intensa lucha, recuperaron el fortín Boquerón de manos de los bolivianos.
“Comenzamos a rodear a los bolivianos hasta dejarlos dentro de un corralón. Así entregaron sus armas, dieron la voz de rendición, y listo”, apuntó.
Con fuerte voz, recordó que en 1959 volvió a nuestro país y se radicó en el Puerto 7 de Agosto, en el distrito de Carlos A. López, Itapúa. “De allí salí un año después y pasé nuevamente el río hacia la Argentina con la ropa que llevaba puesta”.
“Un seccionalero pyrague jaguareó cuando albergué en mi casa a un combatiente del Movimiento 14 de Mayo. Nunca más volví a mi Patria; supe después que como represalia, quemaron mi rancho”, dijo el excombatiente.
El hombre vive en una modesta casa de madera, al lado de la de su hija menor, Maximina, de 60 años.
“Yo lo cuido, pero a él le gusta estar solo, papá todavía cocina, es como la gente de antes, se arregla y no quiere molestar”, dice esta mujer, abuela de tres nietos.
Don Báez sigue carpiendo y limpiando su pequeña chacra, “para mantenerme en forma, todas las mañanas agarro mi azada y carpo un rato”, expresó, el hombre.
Al preguntarle si cobra una pensión como excombatiente dijo que no.
“Tengo una jubilación que me paga el Estado argentino de 4.300 pesos (G. 1.560.000), eso me sobra y basta, no necesito más”, aseguró el centenario hombre.