Escuela pasa múltiples necesidades

La escuela San Roque González, asentada en la compañía Potrero González, del distrito de Tacuaras; funciona en medio de múltiples necesidades. Lo más urgente es la provisión de energía eléctrica, asignación de más docentes y materiales didácticos.

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POTRERO GONZÁLEZ, TACUARAS (Clide Noemí Martínez, corresponsal). La injusta distribución de los recursos por parte de las autoridades de todos los niveles hace que las inversiones de Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) se concentren en las instituciones de los mayores centros urbanos, abandonando casi absolutamente a las escuelitas rurales, como sucede con la de San Roque González.

El edificio, construido para ese centro educativo a finales de la década del 70 por los mismos pobladores, se mantiene prácticamente sin variaciones.

La maestra dicta sus clases en el sistema de plurigrado, en un aula oscura, sin energía eléctrica.

El viejo y herrumbrado techo de zinc con innumerables agujeros ya no protege a los niños de la lluvia.

Para combatir la sed, los niños con un balde retiran agua del estero.

Una insalubre letrina sirve de sanitario para los niños que llegan empapados de agua hasta la cintura, al trasponer el gran estero cabalgando y en los cachiveos, que son troncos de árboles cavados que sirven de canoas.

Todos van descalzos, porque resulta imposible llegar con algún tipo de zapato cuando deben caminar kilómetros en sectores donde la navegación es imposible.

Con el frío, sin energía eléctrica ni agua potable, desafiando al inmenso estero, con la ropa empapada, la maestra y los niños no dejan de asistir a las clases, empecinados en aprender y ser protagonistas de la transformación de su realidad.

Estos pequeños y su maestra, Dolly Espíndola, jamás olvidan cantar el Himno Nacional antes de ingresar a su modesta sala de clases.

Un nuevo local escolar, luz y agua potable; embarcaciones apropiadas y seguras para los pantanos son algunas de las respuestas que deben dar las autoridades del departamento de Ñeembucú y las del Gobierno central.

Las familias del lugar lo merecen. Más aun cuando han manifestado estar dispuestas a participar activamente de la construcción del nuevo edificio colaborando con la mano de obra.

Así como ya lo habían hecho hace décadas, cuando se instaló la escuelita, generando la ilusión de todo un pueblo.

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