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ACAHAY, departamento de Paraguarí (Aldo Lezcano, corresponsal). En la compañía Peña, a unos 20 kilómetros de este distrito, está ubicada la finca del horticultor Crescencio Rodríguez, que se constituye en un ejemplo como productor de tomates.
Sus hortalizas captan la atención por su tamaño, color y sabor.
Lleva unos 20 años en la agricultura y sostiene que con dedicación es posible salir adelante, sin esperar nada del Gobierno.
Luego de algunos tropiezos, por los diversos fracasos viajó a la Argentina, donde conoció más sobre la producción hortícola y optó por cambiar sus campos de algodón por el cultivo de tomate.
Con esfuerzo salió adelante y hoy sus cajas están listas para ganar el mercado.
Los variados cultivos de Rodríguez rotan en un predio de cinco hectáreas en las que ya aplica tecnología, con la asistencia de la técnica licenciada Blanca de Sosa, de la Dirección de Extensión Agraria (Deag).
Dispone de 12 invernaderos, más dos en construcción, con una medida estándar de 8 por 50 metros.
El productor explica que por ahora dispone de unas 3.000 plantas de tomates de distintas variedades en etapa de cosecha, con rendimiento de hasta 10 kilogramos por planta, y similar cantidad de plantines que serán mudados en breve.
También posee 2.500 plantas de locote en desarrollo, 2.500 plantas de pepino y una muy buena cantidad de zucchini o zapallito italiano.
Desde una pileta instalada alimenta el sistema de regadío, que se expande en los invernaderos.
Paralelamente cuenta con producción de banana y cría de cerdos, que son alimentados con las frutas y hortalizas, maíz y mandioca, todos producidos en su finca.
Manifiesta que mediante el cultivo en invernaderos logró mejorar el rendimiento y la calidad de su producción, ya que con ese sistema salva sus plantines de las heladas, granizadas o exceso de lluvia.
Sobre el punto, sugiere al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) invertir más en tecnología, promover la siembra rotativa, asociada, escalonada y comercialización conjunta.
Además, instó a las autoridades a combatir el contrabando con seriedad, de manera que los productores locales no se vean perjudicados.
Refiere que el rubro frutihortícola es la mejor alternativa de sumar ingresos para la canasta familiar.
Gracias a esta actividad logró que sus cuatro hijas culminen sus estudios y hoy sean destacadas profesionales, lo que le llena de orgullo.
En su finca también otorga mano de obra a unas ocho personas que junto a él trabajan y cuidan cada detalle de los invernaderos.
También forma parte del comité de productores denominado Ko’ê Pyahu.