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TRINIDAD, Itapúa (José Miguel González, de nuestra redacción regional). Doña Vicenta, de talla menuda pero ágil, aprendió el oficio cuando era niña. Hoy tiene su propio taller y ha dado estudios a sus cinco hijos, quienes trabajan con ella en los momentos libres y cuando hay apuro, como en la escultura de la monumental imagen de la Santísima Trinidad, representada en el padre, el hijo y el Espíritu Santo.
Nació en Potrero Santa María, a orillas del arroyo Capiibary Guasu, y vivió en Paso Guembe, donde nacieron sus hijos. “Hace unos 80 años, cuando no se le daba importancia a las reducciones jesuíticas de este distrito, con las piedras de ese lugar se construyó el puente sobre el arroyo Capiibary’i”, comentó.
“Unas 20 carrozadas de estas valiosas piedras fueron traídas y hace unos 15 años se reconstruyó el puente, por lo que las piedras jesuíticas quedaron en el cauce del arroyo. De allí las recuperé y tengo materia prima para las esculturas”, expresó.
Tiene fotos y recuerdos de muchos extranjeros que adquirieron sus hermosos trabajos en piedra y madera. Como la familia Espelage de Messkirch, una ciudad alemana de Baden-Wurtemberg ubicada entre el Danubio y el Lago de Constanza, que envió fotos de las esculturas ubicadas en el hogar alemán.
Ya en 1994, cuando se realizó la primera Expo-Itapúa, doña Vicenta fue galardonada como la mejor artesana de este departamento.
Las artesanías de la mujer son piezas únicas, talladas con paciencia y calidad, porque en ellas va la esperanza de un pueblo que, lejos de negarse a morir, mantiene viva una tradición que le imprime un sello especial a la región. Contó que próximamente comenzará a dar clases de tallado, “para que este trabajo tan noble no termine”, añadió.