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Según Toyo Suzuki (87), que llegó con su padre cuando tenía 7 años, los primeros migrantes se instalaron en medio de una zona boscosa e inexplorada de unas 11.000 hectáreas.
La disciplina y el espíritu emprendedor de los japoneses pudieron más ante la falta de herramientas y la ayuda prometida, para levantar las primeras viviendas de la colonia.
“Nuestros padres querían progresar y fueron engañados con promesas falsas. Pasamos muchas necesidades. Pero no teníamos otra alternativa que trabajar”, dijo.
Las necesidades se extendieron por más de dos décadas, pero en mancomunión, el trabajo honesto y la perseverancia, aprovechando la fertilidad de las tierras, dejaron atrás la miseria en la que vivían. Recién en 1970 lograron la estabilidad económica.
En la actualidad, cerca del 80 por ciento de la población se dedica al cultivo frutihortícola.
El área urbana tiene una característica muy especial, sus manzanas son pentagonales. Instituciones públicas y privadas cuentan con oficinas. También, comercios con diversos rubros.