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Para redactarlo, debemos tener en cuenta sus partes esenciales:
a. Una introducción que permita ubicar el tema: se plantea la importancia social o relevancia del tema. Se da a conocer al lector de qué se va a hablar.
Se puede organizar en uno o dos párrafos.
b. Un cuerpo argumentativo. El desarrollo de las ideas.
Se puede distribuir, por lo menos, en tres párrafos.
Si el texto va a tener una estructura deductiva, ya se expone la tesis (la postura que se tiene ante el tema planteado) al inicio, es decir, la idea principal ya aparece en el segundo o tercer párrafo. Todas las demás ideas se subordinan a la tesis.
Si el texto va a tener una estructura inductiva, se exponen primero las ideas secundarias, es decir, se van presentando los argumentos, y al final se presenta la tesis. (Como es el caso del texto que analizaremos a continuación).
Si el texto va a tener una estructura paralela, la idea principal se distribuye en todos los párrafos, todos tienen en mismo nivel de importancia.
En esta parte se organizan los argumentos que respaldan nuestra postura (puede ser una cita de autoridad, ejemplificación, pregunta retórica, ironía, frase o sentencia, entre otros).
Tratar de formular, por lo menos, dos argumentos a favor de la postura y uno en contra. La contraargumentación es muy importante porque permite ver que se considera la postura contraria para sacar conclusiones.
c. Conclusión: en el último párrafo se organiza un breve resumen de lo que se expuso en el cuerpo. En el caso de que haya sido deductiva la estructura, vuelve a aparecer la tesis o algún nuevo argumento; si fue inductiva aquí se presenta la tesis o la postura final de manera clara.
Observación
En todos los casos, debemos emplear conectores que nos ayudarán a organizar el texto y ordenar las ideas. (En primer lugar, en fin, por ejemplo, entre otros); deícticos; referencias a elementos mencionados, como anáforas, catáforas y sinónimos para no repetir las mismas palabras.
Actividad 1
Lee con atención el texto y ubica los elementos del texto argumentativo, en este caso un artículo de opinión.
El arribo de las criaturas más buscadas del mundo
El jueves 4 de agosto muchos colegios de la capital asuncena se vieron sorprendidos por el repentino cambio de hábito en los recreos de los estudiantes. Ya no estaban jugando fútbol ni sentados charlando bajo los árboles; estaban caminando todos juntos, capturando pokémon… la fiebre mundial había arribado al Paraguay en poco tiempo.
El mundo globalizado ha reducido el tiempo que transcurre entre el lanzamiento de una novedad en países lejanos y su llegada a nuestro país. Cuando todavía estábamos asombrados observando cómo algunos jugadores habían chocado, o cruzado calles de manera peligrosa en otras partes del mundo, nos despertó el ir y venir de nuestros jóvenes y no tan jóvenes (adultos treintañeros) persiguiendo a las míticas criaturas orientales.
Las reacciones no tardaron en aparecer, posturas a favor, idolatrando a la aplicación móvil que incita a sus jugadores a atrapar a los animalitos en impensados lugares; posturas en contra, enumerando su lista de efectos negativos, pasando incluso por la asociación con el demonio en mensajes que recorren en redes virtuales.
Las virtudes señaladas para el juego dicen que ayuda a moverse a los jugadores, a aventurarse fuera de las cuatro paredes, e incluso interactuar entre equipos. Además, expertos en ciberpsicología como Juan Moisés de la Serna (http://elpais.com) señalan que «existe una creciente homogeneización en la forma en la que las generaciones distantes entre sí ocupan su tiempo libre». Lo que podría llevarnos a pensar que juegos como este podrían tender un puente que una a las distintas generaciones; y preguntarnos, sin embargo, ¿a qué precio?
Uno de esos precios se presenta como desnaturalización de actividades sociales como visita a lugares emblemáticos. De repente, la Plaza Uruguaya y el Panteón de los héroes fueron visitados masivamente por jugadores, no como centros culturales, sino como pokeparadas. Además, otro de sus rasgos es la geolocalización permanente del jugador, lo cual añade una nueva arista al problema de inseguridad; y por último, en cualquier trabajo, reunión o encuentro serio, las criaturitas dan señales de ubicación y el jugador adicto se distrae.
El último calificativo nos da la clave para evitar la angustia, pues justamente, si el jugador sabe controlar el tiempo destinado al pasatiempo, y lo considera solo eso: un pasatiempo, ¿cuál sería el inconveniente?, existe un tiempo para estudiar, trabajar y un espacio para el entretenimiento. Si se restringe a ese tiempo y con los cuidados pertinentes: mirar alrededor, entre otros, el quebranto sería infundado; el problema surge si se eliminan las barreras entre espacio virtual y espacio real.
Al parecer, la realidad que estamos ofreciendo a nuestros jóvenes es tan aburrida y poco estimulante, que prefieren el espacio virtual, aunque eso les lleve a pisar esos «aburridos» lugares reales para capturar pokemones. Es difícil tomar posturas equilibradas en lo que se refiere a este tipo de modas virtuales que se vuelven virales, pero es esencial mantenerse informados, sin prejuicios, con la intención de comprender el fenómeno y saber cómo actuar.
Ni solución para el sedentarismo como pregonan sus creadores ni psicótico miedo a demonios agazapados para atacarnos, como dicen algunos grupos sociales. En fin, tendríamos que acostumbrarnos a recibir estos novedosos juegos como lo que son: un nuevo intento (pasajero, probablemente) de incorporar la realidad virtual al entorno real, que es una tendencia cada vez mayor de nuestro tiempo, pero estableciendo los límites adecuados para que no se convierta en desubicada obsesión.
Perla Elizeche
1. Tesis:
2. Argumentos que respaldan la postura:
a.
b.
3. Postura en contra de la tesis (contraargumento)
4. Los conectores empleados para: ordenar el texto, reformular ideas, entre otros.
5. Elementos de sustitución, sinónimos, entre otros.
Actividad 2
Redacta un texto argumentativo de cinco párrafos, como mínimo, sobre un tema de tu interés. Sigue el esquema planteado al inicio.