Vamos a equivocarnos

Son nuestros hijos, con su existencia real, quienes nos enseñan a ser padres. Con ellos y ante ellos actuamos como tales. También en este caso se aprende a través del ensayo y error. La tarea no es sencilla y, sobre todo en los padres primerizos, el temor es un compañero de ruta siempre presente.

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El temor

Tiene una función: nos hace consiente de los riesgos, nos lleva a elegir con más atención los pasos a dar. Todo temor que no paraliza ayuda a avanzar. Y de todo error cometido en la búsqueda consiente de un camino destinado a cumplir el propósito con amor y buena fe, hay siempre retorno. Acaso lo más difícil de reparar es la deserción en las funciones materna y paterna, su desatención debido a que se privilegiaron las urgencias personales. También en este caso, como en la mayoría, el tiempo que se da a lo urgente es tiempo que se quita a lo importante.

Quien esté presente y atento en la crianza y educación de sus hijos, cometerá errores. Es parte del proceso. No hay padres perfectos, por lo tanto tampoco habrá una perfecta educación. «Los sentimientos de culpa no son buena compañía en la educación de los hijos, pueden paralizar y provocan inseguridad».

Nunca tendremos garantía de que estemos haciendo las cosas bien. Lo queramos o no, tendremos culpa de algo. No por eso debe abrumarnos. No debemos culparnos ni exculparnos, sino contemplar lo que está sucediendo en la crianza de los niños. Siempre quedamos debiéndoles algo, pero quizás este es precisamente el desafío. Para los padres consiste en educar de la mejor manera con plena conciencia de las limitaciones propias. Para los hijos consiste en toparse con los límites de los progenitores y desarrollar sus propias fuerzas.

Nacemos juntos

Cuando hay un parto no solo nace un hijo. Nacen un padre y una madre. No importa que tengan otros hijos, nacen nuevamente con cada uno.

De esto se trata el ser padre y madre, esta experiencia es la que nuestros hijos nos conceden con su presencia. Rescatar y dar todo su valor a los roles y a las funciones de madres y padres, porque la infancia es ruptura y continuidad, ambas dimensiones la constituyen, la transmisión de la continuidad está a cargo de los adultos y se considera una condición necesaria para que la infancia tenga arraigo. La ruptura, que da lugar al surgimiento de lo nuevo queda predominantemente del lado de los niños.

Actividad

. Examina tu disposición de tiempo y actividades, verifica que lo urgente no acapare tu atención por sobre lo importante en la vida de tus hijos.

Fuente

Desvelos de padres e hijos. Bs As, Emecé, 2008; ¿Quién educa a nuestros hijos?, Sergio Sinay, Bs As, 2012.

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