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De paseo con Nahuel
Cierto día, en la montaña, un niño llamado Nahuel encontró un pichón de cóndor caído entre unas rocas.
Lo tomó suavemente con sus manos y con mucha ternura lo colocó nuevamente en su nido. Los padres del pequeño cóndor, que habían visto todo el rescate, decidieron cumplirle un deseo de Nahuel en señal de agradecimiento.
—Pide lo que quieras, Nahuel —dijeron mamá y papá cóndor.
—Me gustaría volar por encima de las montañas y ver la Tierra desde lo alto, tal como lo hacen ustedes —respondió el niño.
—¡Que así sea! —dijo el cóndor papá—. Súbete sobre mi lomo y siéntate como si montaras un caballo.
Eso hizo Nahuel, y el cóndor, desplegando sus alas, se echó a volar con el niño a cuestas. Fueron subiendo cada vez más alto, volaron serenamente entre los picos y las cumbres más elevadas, hasta que llegaron a la cima de la montaña, donde se detuvieron.
—Hasta aquí llegamos— dijo el cóndor, —disfruta tu paseo, y más tarde vendré a buscarte.
—¡Hasta luego! —saludó Nahuel. Al tiempo que los cóndores se alejaron volando entre las nubes, el niño empezó a caminar por la montaña. Estaba fascinado con el paisaje, nunca antes había visto nada igual ni había estado en un lugar tan alto.
Tan emocionado estaba el pequeño Nahuel que el tiempo se le pasó volando.
—¡Huy, debe ser muy tarde! —advirtió de repente—. ¡Es hora de regresar!
Y Nahuel corrió tan rápido como pudo.
Agotado, llegó casi sin aliento al lugar donde los cóndores estaban aguardando para llevarlo de regreso.
—¿Te divertiste, Nahuel? —preguntó la mamá cóndor cuando lo vio aparecer entre las rocas.
—¡Sí, fue una aventura maravillosa! —exclamó Nahuel emocionado. —¡Nunca olvidaré este paseo!
Entonces, mamá cóndor extendió su ala para que Nahuel subiera en ella, se elevó muy alto y voló llevando a Nahuel de vuelta a su casa.
—¡Adiós, amigos! ¡Mañana nos volveremos a ver! —saludó Nahuel a los cóndores que se alejaron batiendo las alas.
Cuento folclórico.