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Había una vez unos papeles de colores que estaban muy aburridos. No sabían qué hacer para divertirse un poco, hasta que al rojo se le ocurrió una idea buenísima y dijo: —¿Si nos juntamos entre varios colores y formamos una cometa?
El amarillo saltó de alegría y se pegó al rojo. El turquesa lo siguió y el verde, para no quedarse solo, se les unió formando entre los cuatro una especie de cometa a la que le pusieron de nombre barrilete de colores.
Pero surgió un problema: ¿cómo lo hacían volar? —Necesitamos de algún niño que nos ayude— dijo el verde con mucha esperanza. Justo en ese momento se estaban juntando unos niños en una sala, así que el rojo atrevido les pidió ayuda.
Cada niño de la sala puso un pedacito de hilo hasta formar uno bien largo. Salieron al patio y, con ayuda del viento, comenzaron a remontar el barrilete de colores. Fue muy divertido trabajar juntos y ver cómo el barrilete volaba en el cielo bailando de alegría.
Desde ese día, el barrilete de colores se quedó en la sala del jardín y, cada vez que había un poco de viento, lo sacaban a pasear. El barrilete de colores sería el compañero de aventuras durante todo el año escolar. El viaje de aprender se inicia con mucha alegría y colores.
Sugerencias
LEEMOS con ayuda de la profe el cuento Barrilete de colores; luego, dibujamos en una hoja lo que dice cada párrafo.
ARMAMOS entre todos un mural para la sala. La idea es que los niños puedan ir adueñándose de la sala y la tomen como un lugar propio. Podemos hacer el mural con la técnica del colaje, sobre un papel grande que luego pegaremos en la pared. Solicitamos a los niños que dejen sus huellas con pintura y debajo de cada una escribimos su nombre.
PREPARAMOS un «pasaporte» para la sala, según el nombre que hayamos elegido, con un dibujo que lo identifique.