Un año dedicado a Gabriel Casaccia

¿El aullido de un perro puede ser la causa de la destrucción de un hombre? En el cuento El guajhú, de Gabriel Casaccia, se desarrolla este planteamiento, pero examinemos por partes las circunstancias que determinan el problema.

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El guajhú

Qué sucede (argumento): Un hombre (Tomás) detesta a su medio hermano, --son hijos de la misma madre, que los ha criado sola-- hasta el punto de imaginar varias formas de eliminarlo. Su hermano mayor (Ceferino), sin embargo, lo ama, es sumiso y trata de agradarlo en todo. Ambos son totalmente opuestos: Tomás es fornido y huraño, mientras Ceferino es enfermizo, enclenque y jovial. Los sentimientos negativos de Tomás cambian bruscamente cuando fallece su hermano, a quien llora sinceramente sobre la tumba. Barcino, el perro de Ceferino, comienza entonces a aullar de un modo que inquieta cada vez más a Tomás. Siente como si el perro le reclamara la muerte de su dueño. Decide por tanto matar al perro, pero retrocede en más de una ocasión. El aullido de Barcino continúa y ya no lo deja vivir tranquilo. Finalmente, intenta ejecutar su resolución y en ese trance sufre un golpe en el bote que los trasporta a él y a Barcino. Tomás sólo empieza a tener paz cuando se siente morir, pues sólo así dejaría de oír el guahu que le persigue.

Dónde (ubicación espacial): La acción tiene lugar en Aregua.

Cuándo (ubicación temporal): Época actual (contemporánea).

Por qué: Los motivos del problema surgen en circunstancias que se remontan a la niñez, pues el texto señala que la diferencia entre ellos se manifestó desde muy temprana edad.

Estructura: Empieza por el problema o nudo: “Barcino no había dejado de aullar durante toda la noche; era un aullido lúgubre, espeluznante. Varias veces, Tomás Riquelme, que era de carácter violento y huraño, estuvo tentado de espantarle a pedradas. Pero un temor supersticioso lo contuvo. Y se resignó a soportar de mala gana aquel guajhú que, por momentos, en el silencio de la alta noche, semejaba voz lastimera de ser humano”.
Luego hay un salto al pasado, para que conozcamos cómo empezó todo, es decir, el inicio. De aquí volvemos al problema del aullido para el desenlace. Esta forma de contar no lineal se llama estructura quebrada.

UN FRAGMENTO DE EL GUAJHÚ

La persecución del guajhú

Comenzó a creer que ese aullido era creación de su fantasía. Desde que volviera del cementerio había estado horadándole los oídos, clavándosele en el cerebro, aguijoneándole el corazón. Por momentos, se volvía casi humano. (...) Allí enfrente estaban el almacén y peluquería de Cardozo, ostentando un aviso con letras desparejas y torcidas, que anunciaba “Secorta el cavello y se bende caña”. Entró. (...)

Una hora después, completamente borracho, perdido el miedo, sin acordarse de Barcino y sus aullidos, Tomás comenzó a volverse locuaz, a decir chistes y a recobrar su antiguo aplomo y desfachatez. Entre risotadas y bromas de los amigos, aunque a medida que avanzaba en el relato, todos iban quedándose serios, contó con mucha soltura que, con una barrena, le había hecho dos o tres agujeritos a la canoa de su hermano, el cual recién en medio del lago había advertido que hacía agua. (...) Los concurrentes se hallaban inquietos por ese cuento del hundimiento de la canoa y esos movimientos imprevistos. Con mirada de extravío, Tomás volvió a su sitio; y luego, confesó en voz baja que lo que había relatado era “yapureí”. Todo eso se le había ocurrido muchas veces, y hasta en dos ocasiones comenzó a hacerlo; pero sin saber por qué postergó su ejecución. Sin embargo ya nadie le creyó. Viendo la duda en todos aquellos ojillos llenos de caña, puso como prueba las palabras del curandero del pueblo, quien opinó que Ceferino murió de disentería. Pero ya era tarde. Nadie le quitaba de la cabeza a algunos de los presentes que Tomás había matado a su hermano. De pronto, agarrando a uno de los circunstantes del brazo, le dijo:

-¿Rehendúpa?

Había vuelto a oír el plañido de Barcino. Volvió a imaginarse que ese aúllo que por momentos semejaba voz humana doliente era obra de su mente alterada por el temor. Esto le trajo alivio por un rato. Aproximóse a la puerta y echó una mirada fuera para constatar que sólo tenía que enfrentarse con su imaginación. (...) Tomás volvióse azorado, y tornó a preguntar esta vez a todos los presentes:

-¿Pehendúpa?

Respondieron a una que no habían oído nada al mismo tiempo que lo observaban con sorpresa y curiosidad. En el semblante de Tomás se traslucían el temor y la angustia.

Después de la lectura...

Leído el cuento completo, podría ser interesante realizar estas actividades complementarias:

1. Marcar en el texto las veces que el narrador hace retrocesos para dar más datos del pasado.

2. Precisar en tres adjetivos el estado de ánimo de Tomás descrito en el fragmento que aparece en esta página. Ejemplos: temeroso – aterrado - angustiado.

3. Revisar el capítulo 4 del Génesis (primer libro de la Biblia) y comparar este cuento con el relato de Caín y Abel.

4. Señalar qué puntos quedan como a oscuras y librados a la imaginación del lector.
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