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Lee el texto que aparece a continuación y descubrí por qué decimos que todo tiene su razón de ser, que todo sucede por algo y para algo.
Los detalles que protegen
Después del 11 de septiembre, una empresa que tenía sus oficinas cerca del World Trade Center invitó a ejecutivos y empleados de otras compañías que habían sido afectadas por el ataque a las Torres Gemelas, para compartir su oficina a fin de que pudieran reiniciar temporalmente sus operaciones.
En una reunión de la mañana, el jefe de seguridad contó historias de por qué su gente estaba viva... y todas tenían que ver con pequeños detalles como estos
Al director de una compañía se le hizo tarde porque era el primer día de kínder de su hijo. Una mujer se retrasó porque su despertador no sonó a tiempo. A uno se le hizo tarde porque se quedó atorado en la carretera en la que había un accidente.
A otro sobreviviente se le fue el autobús; alguien le tiró comida encima y necesitó el tiempo para cambiarse; uno tuvo un problema con su auto, que no arrancó; otra regresó a contestar el teléfono; otra ¡tuvo un bebé!, y otro no consiguió un taxi.
Pero la historia que más impresionó fue la de un señor que se puso un par de zapatos nuevos esa mañana, y antes de llegar al trabajo le había salido una ampolla. Se detuvo en la farmacia por una curita y por eso está vivo hoy.
Ahora, cuando me quedo atorado en el tráfico, cuando pierdo un elevador, cuando regreso a contestar un teléfono, y muchas otras situaciones que me desesperan, pienso primero
“Este es el lugar exacto en el que debes estar en este preciso momento”.
Fuente
Texto extraído del libro: “La culpa es de la vaca” de
Jaime Lopera Gutiérrez y Marta Inés Bernal Trujillo