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Segundo paso: planeando mi propio cuento
Antes de escribir, planifica.
En cada cuento que has leído, seguramente, habrás descubierto que suceden muchas cosas; sin embargo, cada aventura narrada nos mantiene atentos al desarrollo del cuento y nos conduce a un mismo desenlace. ¿Cómo se logra esto? Muy sencillo: planificando tus ideas, planteando los conflictos a los que se enfrentarán los personajes y las posibles soluciones. En la mayoría de los cuentos, la estructura es lineal; es decir, obedecen a un plan que contempla el inicio, desarrollo y cierre.
¿Recuerdas el cuento de Ricitos de oro y los tres ositos? Léelo y completa el cuadro que aparece a continuación.
Hace muchos años, en las profundidades de un bosque se encontraba el hogar de una familia de osos, conformada por el papá oso, la mamá osa y el pequeño hijo oso.
Una mañana cualquiera, al desayunar los osos encontraron su leche demasiado caliente. Para esperar a que se enfriara, decidieron dar un paseo por los alrededores del bosque.
Ese día, y a la misma hora, una niña, que le apodaban Ricitos de oro, había salido a recolectar flores y, de pronto, se encontró con el hogar de los tres osos. No pudo evitar entrar, por curiosidad y por el rico aroma a comida que salía desde adentro.
Cuando entró, vio tres jarros con leche: probó primero el más grande y estaba muy caliente. Luego probó el de tamaño regular, pero la leche estaba helada. Y, por último, probó el jarro más pequeño y la temperatura de la leche era perfecta. Ricitos de oro no pudo resistir a bebérsela toda.
Siguió curioseando por la casa y en la otra sala se encontró con tres sillas, que obviamente decidió probar. La más grande, del papá oso, le quedaba incómoda. La de la madre osa, también; hasta que se sentó en la más pequeña, que era perfecta. Desgraciadamente, la silla no soportó el peso de la niña rubia y se quebró.
Muy cansada, Ricitos de oro avanzó hasta la última habitación y no pudo evitar recostarse por un momento. La única cama en la que se encontró cómoda fue, nuevamente, en la del oso más pequeño.
Mientras Ricitos de oro dormía, se le pasó rápido el tiempo y los osos regresaron a su hogar, encontrándose con una gran sorpresa.
—¿Quién tomó mi leche? —preguntó el pequeño oso.
Los osos siguieron registrando la casa y se encontraron con la silla de su hijo destruida. Estaban muy enfadados y más aún cuando vieron que la causante de los daños dormía en su casa. Cuando Ricitos de oro despertó, huyó de inmediato del susto para nunca más volver.
Actividad
Después de leer el cuento, completa el cuadro con cada uno de los conflictos a los que se enfrentaron estos ositos. Agrega, además, las soluciones.