Soy un cuentacuentos

¿Practicaste la narración de la primera parte del cuento de la pequeña luciérnaga? ¡Enhorabuena! Ahora te presentamos la segunda y última parte para que te conviertas en un verdadero cuentacuentos y, además, sigas aprendiendo cada día más.

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Lucero, la pequeña luciérnaga (2)

Adaptación de un cuento popular tailandés.

Una noche, cuando todas las luciérnagas habían salido a volar, la abuela Luci se le acercó y le preguntó:

—¿Qué es lo que ocurre, mi pequeña Lucero? ¿Por qué no quieres venir a brillar en la oscuridad? ¿Por qué te niegas a disfrutar de la belleza de una noche estrellada?

—Es que no me gusta volar —respondió la pequeña luciérnaga.

—Pero ¿por qué no te gusta volar ni mostrar tu maravillosa luz? —insistió la abuela luciérnaga. —Pues... —explicó al fin la pequeña luciérnaga—. Es que para qué voy a salir, si nunca podré brillar tanto como la luna. Esta es grande y muy brillante, yo a su lado no soy nada. Soy tan diminuta que parezco una simple chispita. Por eso me quedo en casa, porque nunca podré brillar tanto como la luna.

La abuela había escuchado con atención las razones de su nieta y le contestó: —¡Ay, mi niña! hay una cosa de la luna que deberías saber. Si al menos salieras de vez en cuando, lo habrías descubierto, pero como siempre te quedas en el árbol, pues no lo sabes.

—¿Qué es lo que debo saber y no sé? —preguntó con impaciencia la pequeña luciérnaga.

—Tienes que saber que la luna no tiene la misma luz todas las noches —le contestó la abuela—. La luna es tan variable que cada día es diferente. Hay días en los que es grande y majestuosa como una pelota, y brilla sin cesar en el cielo. Pero hay otros en los que se esconde, su brillo desaparece y el mundo se queda completamente a oscuras.

—¿De veras hay noches en las que la luna no sale? —preguntó sorprendida la pequeña luciérnaga.

—Así es —le confirmó la abuela. La luna es muy cambiante. A veces crece y otras se hace pequeñita. Hay noches en las que es grande y roja, y otras en las que desaparece detrás de las nubes. En cambio tú, mi niña, brillarás con la misma fuerza y siempre lo harás con tu propia luz.

La pequeña luciérnaga estaba asombrada ante tal descubrimiento. Nunca se había imaginado que la luna pudiese cambiar y que brillase o se escondiese según los días.

Y, a partir de aquel día, decidió salir a volar y a bailar con su familia y amigos. Así fue como nuestra pequeña amiguita aprendió que todos tienen sus cualidades y, por tanto, cada uno debe brillar con su propia luz.

Actividades

1. Reflexiona.

¿Por qué la pequeña luciérnaga no quería salir a volar por las noches?

¿Qué le enseñó la abuela?

¿Qué significa la expresión «cada uno debe brillar con su propia luz»?

2. Lee las siguientes palabras extraídas del texto y luego contesta.

Luz- Lucero – abuela – luciérnaga – Luci – luna – familia

a. ¿Qué tienen en común estas palabras? ¿Qué nombran? ¿Son sustantivos?

b. ¿Por qué algunas se escriben con letra inicial mayúscula y otras no?

c. ¿Cuántas clases de sustantivos conoces?

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