Serafín y las bellotas (2)

Veamos cómo termina la historia de este conejo tan trabajador.

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Al mirar hacia arriba, Serafín descubrió que las copas de los árboles estaban colmadas de bellotas. «¡Cuántos y qué buenos frutos! —pensó—. ¿Por qué las calabazas no crecerán en los árboles? ¡Sería tan bueno para mí! Ya no tendría que agacharme y romperme la espalda todos los días, removiendo la tierra».

—¡No estaría nada mal que los árboles dieran calabazas! —dijo el conejo, y siguió fantaseando—. Incluso, además de calabazas, podrían dar pepinos, melones y sandías.

¡Y podrían existir árboles que dieran herramientas!

Martillos, hachas, azadas, guadañas, palas... ¡Qué bueno sería! —suspiró Serafín.

Lo cierto es que los zapallos no crecen en las copas de los árboles, y que el conejo solo estaba soñando despierto, aunque no por mucho tiempo, porque al ratito nomás se quedó dormido.

Serafín disfrutaba plácidamente de su siesta, arrullado por el ruido del viento en las hojas y el canto de los pajaritos. Nada lo perturbaba. ¿Acaso seguía soñando con un árbol de calabazas? Nadie lo sabe, pero, de repente, algo le pegó en el hocico.

—¡Ay! —despertó gritando el conejo—. ¿Quién me golpeó? ¡Cómo me duele!

Primero creyó que sus envidiosos vecinos le querían estropear el descanso, pero al observar a su alrededor solo vio pajaritos y mariposas. ¡Pobre Serafín! ¡El hocico le había quedado hinchado y rojo como un tomate!

—¡Estoy sangrando! —exclamó asustado. Le faltó poco para desmayarse, y apenas se estaba calmando cuando recibió otro golpe, y otro, ¡y otro más! Finalmente, se develó el misterio: eran las bellotas que caían del árbol.

—¡Menos mal que no son zapallos! —suspiró aliviado Serafín y, como no era ningún tonto, razonó—. Si mis calabazas crecieran en los árboles, nadie estaría a salvo de recibir heridas mucho más graves y dolorosas que el golpe de una pequeña bellota. 

¡La naturaleza sabe dónde hacer crecer las cosas! —admitió el conejo, y partió rumbo a su huerta, de muy buen humor.

Recuerda: «La naturaleza es sabia, lo puedes comprobar, y tiene leyes propias que es bueno respetar», pero fantasear como el conejo Serafín también es bueno. Es divertido y, en ocasiones, surgen buenas ideas.

Diccionario visual

Guadaña

Es bueno saber

La guadaña es un instrumento para segar a ras de tierra, constituido por una cuchilla alargada, curva y puntiaguda, sujeta a un mango largo que se maneja con las dos manos.

Sobre el libro

Título: Serafín y las bellotas

Adaptación: Alejandra Erbiti

Editorial: Latinbooks

Fuente: http://dle.rae.es/?id=JcTSpvt

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