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Valiente
Apenas abrió la puerta tuvo que agacharse para que no lo atropellara un cohete. Avanzó en puntas de pie, esquivando los cocodrilos del piso, mientras el pulpo gigante trataba de capturarlo.
Por un pelito se salvó de que le cayera encima el ogro que huía de los vampiros asustados por los robots extraterrestres.
Trató de no hacer ruido para no despertar a la araña enorme que dormía sobre un colchón de víboras, pero un mosquito biónico casi lo pica en el ojo y pegó un grito que escucharon todos los leones hambrientos que dormían bajo su cama.
Corrió lo más rápido que pudo, perseguido de cerca por un dragón que escupía flechas venenosas, y esquivó a las pirañas mecánicas de un inventor loco por la mordedura de una cigüeña salvaje.
Antes de alcanzar el picaporte y salir por el otro lado de la habitación, tuvo que luchar contra cincuenta fantasmas samuráis que le interrumpían el paso.
Suspiró aliviado cuando logró salir. Ahora solo le quedaban cinco puertas más para atravesar.
Excesos y exageraciones de Pablo Bernasconi