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En un espectáculo callejero, un mimo, con su blanca cara y blancos guantes, está representando algo con mucho empeño. Al parecer se mueve en dos escenarios, abre y cierra una puerta imaginaria, pasa a un lado y al otro. Claramente, al encontrarse de un lado y del otro cambia de personaje. Su expresivo rostro y sus manos que dibujan en el vacío muestran a ambos personajes con emociones bien fuertes y definidas. Un público encantado le sigue atento y concentrado. Después de unos largos minutos, el mimo da por concluida su actuación y saluda con una gran reverencia a esa gente que estuvo siguiendo detenidamente su trabajo.
Facundo y su tío, que se encontraban paseando con un helado en la mano, presenciaron atentos las actuaciones del mimo.
Tío: ¿Qué te ha parecido, Facu? Pude notar que estabas muy concentrado en lo que hacía el mimo.
Facu: Sí, estaba muy atento. Me impresionó cómo, a pesar de no decir ni una palabra, comunicaba muy bien lo que estaba haciendo.
Tío: ¿Y qué estaba comunicando, Facu?
Facu: Estaba representando a dos personajes. El primero estaba como encerrado, incomunicado y parecía ausente. El otro estaba preocupado por el primero e intentaba entrar en contacto con él, comunicarse. Le costó mucho, pero, al final, lo logró.
Tío: Bueno, pudimos captar la misma historia que narra el mimo y probablemente todo el público también.Me pregunto qué se habrá generado en la mente de cada uno con esta historia.
Facu: Habrá sido bien diverso porque cada uno, de acuerdo con su experiencia, interpreta y da sentido a las cosas.
Tío: A propósito, ¿cómo interpretaste la historia del mimo?
Facu: El que estaba interesado en el otro —quien se manifestaba como ausente— intentaba comunicarse con él con mucha delicadeza, casi con ternura, lo intentaba una y otra vez, no desistía a pesar de su falta de éxito al inicio. Aunque deseaba mucho comunicarse, respetaba a quien estaba aparentemente ausente y desinteresado.
Pero poco a poco es atraído por él y, a pesar de su clara dificultad para hacerlo, logra comunicarse y expresar su alegría por estar en contacto con el otro.
Tío: Yo también pude interpretar básicamente lo mismo. Me imaginaba que el que estaba como ausente podía ser una persona autista o con asperger. Y cómo detrás de esa aparente desconexión con el entorno hay una persona que necesita del interés y paciencia de los demás, el mimo nos muestra cómo, tarde o temprano, el amor y cariño de esas personas logran milagros en ellos. Lograr que ellas se comuniquen y puedan expresar sus sentimientos, aunque sea un poquito, significa que se sienten bien, seguras, aceptadas y respetadas para hacerlo.
Facu: ¡Qué bueno que existan personas y organizaciones que buscan concienciar a los demás sobre esto!, porque estas personas pueden ser diferentes en algunas cosas, pero necesitan igual como cualquier ser humano el apoyo y afecto para seguir adelante.
Actividades
1. Investiga sobre el autismo y el síndrome de Asperger que afectan a muchas personas.
2. Analiza y reflexiona sobre esta historia de Facundo y extrae conclusiones sobre la importancia del cuidado y necesidad de ponerse en el lugar del otro.
3. Pide a tu profe trabajar en un proyecto para visitar y conocer niños con estos síndromes para buscar ayudarlos y crecer en la conciencia solidaria.