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¿Cómo leer estos textos para interpretarlos? Aquí te dejamos el proceso, que, de una manera sencilla, nos permite saber qué hacer y cómo hacerlo; en este ejemplo, cómo jugar a la escondida.
Antes de leer
Nos proponemos un objetivo de lectura; por ejemplo, conocer cómo se juega a la escondida. Respondemos: ¿Qué sabemos del juego «la escondida»?, ¿Alguna vez lo hemos jugado?, ¿Cuáles son sus reglas de juego?, ¿Qué entendemos por «táctica» y «estrategia»? —> Formulamos objetivos de lectura y predicciones; nos ayudamos con preguntas.
Durante la lectura
Leemos el texto con detenimiento. Nos apoyamos en el diccionario para entender las palabras cuyos significados desconocemos, como: táctica, estrategia, lapso, antelación, pareado, entre otros. Subrayamos, resaltamos o anotamos las palabras clave, como escondida, juego, jugadores, se oculten, etc. —> Relacionamos lo que leemos con nuestras ideas previas.
Táctica y estrategia de la escondida
(Fragmento)
CAPÍTULO IV: desarrollo del juego
La idea fundamental de la escondida es que todos los jugadores se oculten, con la excepción de uno, que será el encargado de encontrar al resto.
Para dar tiempo a la elección del escondite y a la correcta instalación de cada uno en el suyo, el buscador esconderá el rostro contra la pared, como si llorara, y permanecerá en esta posición durante algunos segundos. La medición de este lapso, la efectuará el propio buscador recitando la serie de número naturales en voz alta, hasta llegar a una cifra convenida con antelación (por ejemplo 50). Acto seguido, a modo de advertencia, deberá declamar algún pareado revelador. El más usual es «Punto y coma, el que no se escondió se embroma». El lugar donde el buscador realiza este ritual se conoce con el nombre de «Piedra». Inmediatamente comienza la parte más divertida. El buscador recorre el campo de juego y revisa los lugares en donde sospecha que hay alguien. Cuando descubre a algún jugador oculto sale corriendo en dirección a la piedra, la toca y grita «Piedra libre para Fulano». Siempre deberá referirse a la persona descubierta de un modo tal que su identidad quede fuera de toda duda. Este punto es muy importante (…).
A su turno, el jugador descubierto puede abandonar su refugio y correr hacia la piedra tratando de tocarla antes que el buscador. Si lo consigue, será el quien grite «Piedra libre» y a los efectos del juego se reputará que no ha sido hallado.
Por otra parte, todos los jugadores pueden abandonar su escondite y llegarse hasta la Piedra, aun cuando no hayan sido descubiertos. Pero si el buscador los sorprende en su excursión y se les adelanta en la carrera hacia la piedra, se les considerará encontrados.
El primero de los jugadores que pierda la carrera hacia la piedra recibirá –como castigo– la obligación de contar en el lance siguiente. Sin embargo, hay un recurso extremo: el último de los jugadores que permanezca escondido puede aventajar al buscador y gritar «Piedra libre para todos mis compañeros». Cuando esto ocurre, el buscador deberá contar nuevamente.
Desde luego, ya puede colegirse que el participante capaz de culminar exitosamente esta jugada recibirá la admiración y el respeto de todos.
CAPÍTULO V: distintas tácticas
Existen buscadores conservadores y buscadores audaces.
Los primeros no se alejan jamás de la piedra. Tratan, por lo general, de esperar que alguien cometa un error o trate de cambiar de escondite. Esta raza conspira contra la calidad del juego.
En cambio el buscador audaz abandona las inmediaciones de la piedra y marcha hacia los confines del campo. Se trepa a los árboles, ingresa a los armarios y rastrea minuciosamente los yuyales. Claro, siempre corre el riesgo de ser sorprendido por los jugadores que se han ocultado en la zona opuesta. Pero el juego se torna vivaz y lleno de matices. Abundan las carreras, los rodeos y las sorpresas.
Existen también los jugadores zorros, que amagan dirigirse a la derecha para tentar a quienes se esconden por la izquierda. En cierto momento, salen disparados hacia el otro sector y así es como sorprenden a muchos jugadores novatos que abandonan prematuramente su refugio.
Entre los que se esconden, también hay distintas escuelas. Algunos prefieren los escondites sencillos pero de fácil salida, como los umbrales de las puertas. Otros los eligen complicados y de salida engorrosa: la copa de los árboles, el fondo del canasto de la ropa, entre otros. Hay también quienes van rotando su escondite y cambian de posición mientras observan los movimientos del buscador.
Los mejores son los exquisitos, que inventan guaridas que sólo ellos conocen y no las revelan jamás. Esta clase de jugadores es la más temida por los que cuentan, pues muy a menudo libran para todos los compañeros.
Sin embargo, el escondite no debe ser nunca impenetrable. A decir verdad, el escondite perfecto termina el juego.
Alejandro Dolina
De Crónicas del Ángel Gris (Colihue, 1998).
Después de la lectura
Conceptualizamos el juego «la escondida». Elaboramos un esquema en el que desarrollamos las reglas del juego «la escondida» Comparamos lo que hemos leído con las predicciones que habíamos formulado previamente; ¿en qué coinciden y en qué no? —> Corroboramos nuestras predicciones y procesamos la información mediante diversos recursos o técnicas, como la elaboración de esquemas, resúmenes, mapas conceptuales, entre otros.