Para alimentar las esperanzas

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Prof. Angélica Saucedo

Cuando encontramos este hermoso cuento, no dudamos en pedirle permiso a la autora para compartirlo con nuestros amigos lectores. Es que retrata tan bien una triste realidad que afecta a cientos de hogares paraguayos, pero el remate entrega un toque de optimismo, enseñando que más allá de las dificultades hay que mantener siempre viva la esperanza.


El Reencuentro

Ataviada con su mejor atuendo, de estilo casual algo desteñido, aguardaba el vuelo PZ 709 para partir hacia ese sitio jamás pensado; ahí estaban: Nati, Javier y Luján con los ojos llorosos. Ella tampoco podía disimular su pena pero no tenía otro remedio más que dejarlos para probar otra suerte.

Muy golpeada por la vida, sus ojos eternizaban una tristeza perenne aunque no carente de esperanza. Toda ayuda habría sido insuficiente pues su soledad era infinita como aquel horizonte verdinegro. Resolver los problemas requería más que alguna que otra contribución. No sólo tenía que alimentar y educar a tres niños sino también tenía que cargar con la responsabilidad que dejaran sobre ella personas malintencionadas.

En aquel momento retumbaban en su cabeza las secuelas de su ingenuidad; era tan buena gente, por eso confiaba demasiado, si no cómo se explicaba salir de garante al vecino y quedarse más de una vez con todas las deudas, incluyendo los intereses por varios años. Aquello la ahogaba pero más le pesaba la separación de sus hijos, hijos aún pequeños.

Ya se había revolcado en muchos tipos de intentos; sin embargo, el problema superaba ampliamente sus posibilidades actuales. Vendió una parte del terreno donde vivía y compró los pasajes; le quedaban apenas unos euros de reserva para alguna diligencia.

Le habían prometido un trabajo para el mismo día en que llegara a tierras españolas. Así se marchó estrangulada por la tristeza pero dispuesta a hacer el sacrificio necesario para estar de nuevo con sus amores.

Los años habían pasado y nadie supo de ella, como si la hubiera tragado el océano, aquel que la viera un día alejarse. La búsqueda había sido incesante. Lo sucedido era incomprensible, pues había ido a buscar mejoras para ayudar a su familia; sin embargo, estaba casi como borrada… sin coordenadas. La duda quedaba entre si estaba viva o muerta.

Sus hijos habían crecido y con ello la esperanza de recuperarla, aunque aquello fuera lo último que hicieran. Se acercaron a los medios de comunicación, a las radios, canales y todo cuanto podían para apelar a la solidaridad pública. Como Luján era muy talentosa, la alentaron a participar del concurso "La mejor historia", para lograr de algún modo recuperar a su madre.

Las noticias habían corrido por todos los puntos cardinales hasta que alguien se comunicó con el canal para dar información sobre una persona muy parecida a la foto publicada consecutivamente.

Se trataba de una mujer que en el intento de huir de un local nocturno había sido atropellada y abandonada en la vereda de una oscura calle. La salvó la caridad de una familia que pasaba en coche por el lugar.

La mujer además de sufrir fracturas múltiples había perdido la memoria, por eso una vez recuperada quedó al cuidado de aquella familia, pues estaba sin ningún documento, es decir, sin pasado ni identidad y si bien tenía características de extranjera nadie sabía nada de ella.

Permaneció en aquella casa varios años. Cada tanto parecía recordar alguno que otro retazo de historia. Por momentos se acurrucaba de pánico y gritaba diciendo —¡no me hagan daño!—. En otros momentos se dibujaba una alegría en el rostro cuando le venía la imagen de unos niños a quienes quería con el alma. Después rompía en llanto como si la añoranza sin dimensionarla la quemara.

Luján ganó el concurso y el objetivo de reencontrarse con su madre parecía más cercano.

Los contactos desde el canal posibilitaron dar con ella para luego traerla. Se hizo todo tipo de trámites hasta lograr que coincidentemente el mismo avión la trajera de vuelta a su hogar.

Miles de personas esperaban por ella en el aeropuerto y otras millones lloraban siguiendo por televisión el reencuentro de una familia distanciada por la necesidad. Querían tenerla cerca aunque ella no los reconociera.

Apenas bajó, todos emocionados fueron a abrazarla. Ella parecía no entender nada; sin embargo, cuando le gritaron: ¡mamá!, ¡mamá!, recuperó la memoria y lloró abrazada a sus hijos que ya no eran niños como cuando los dejó; ella tampoco era la misma. Había sido víctima de la trata de personas que no solo la dañó en su dignidad, sino destruyó su vida; sin embargo, lo único invariable en el tiempo había sido el amor… el amor que la recuperó y le dio un giro a su universo.

La solidaridad había sido tan grande que no sólo se saldaron todas las cuentas contraídas sino que ahí ante sus ojos tenía una casa como la de sus sueños y en ella a toda su familia querida.

Norma Raquel López Jara


Sobre la autora

Norma Raquel López Jara es una joven maestra de larga trayectoria. Pasó por las aulas de todos los niveles educativos, recogiendo experiencias que vuelca en oportunidades para ayudar a niños, jóvenes y sus colegas educadores.

Es de esas personas que toman su trabajo como un llamado de servicio y están atentas a todas las circunstancias que rodean a sus semejantes. Precisamente, "El reencuentro" está inspirada en la vida de varios alumnos suyos, destrozados por la ausencia de sus padres que emigraron en busca de oportunidades en otros países, quedando prácticamente huérfanos de cariño.

Nació en Ybycuí, pero creció y se formó en Paraguarí. Allí dio sus primeros pasos en la docencia, especializándose en otras ciudades de Paraguay y el extranjero. Es profesora de Educación Escolar Básica, de Lengua Guaraní, de Educación Idiomática, Lic. en Ciencias de la Educación, Lic. en Educación Bilingüe y magíster en Política Educativa.

Este último título es producto de una beca ganada en un concurso organizado por el Ministerio de Educación y Cultura, a través del programa de Reforma de la Educación Media. Fue seleccionada junto con otros 100 líderes educativos para estudiar en la Universidad Alberto Hurtado, de los jesuitas, en Chile.

Se caracteriza por su optimismo, reflejado en sus creaciones literarias, varias veces premiadas en diferentes concursos nacionales. Sus poesías editadas se encuentran reunidas en Perímetros de sueños, un poemario publicado por Arandurã. Pero tiene escritas otras numerosas obras, que se espera se hagan conocer pronto.

Además de la docencia y la literatura, otra pasión de Norma López es la música. Tiene dos composiciones en disco, Sueños y Emociones, ambos a dúo con Graciela Miranda.
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