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El niño puede sentir las vibraciones del sonido a través de su piel o de sus huesos; se lo puede ayudar mediante audífonos sujetos a su cabeza y en contacto con su cráneo. Otros sienten a través de las manos colocadas sobre la caja de resonancia de un instrumento musical como el piano, o a través de sus pies si se mueven al compás de la música sobre un piso especial que trasmite las vibraciones. El acordeón sobre las rodillas transmite vibraciones a través de todo el cuerpo. La pandereta, que expresa ritmo, transmite mucho al niño sordo, pues puede colocar el instrumento en cualquier parte de su cuerpo: cabeza, mejilla, garganta, mano y sentir las vibraciones cuando lo percute; puede también caminar y bailar con ella como instrumento portátil.
La música y el ritmo ayudan a los niños sordos a romper la timidez, los vuelven más imaginativos, más atentos y animosos, les estimulan para coordinar mente-músculo, contribuyen a eliminar el arrastre de los pies, principalmente forman el temperamento y carácter del niño. Cuanto más temprano se trabaja con los niños sordos, el resultado será muy beneficioso.
Actividades recomendadas
1. El niño se acuesta sobre una madera terciada (boca abajo y arriba) con un fondo musical va percibiendo el sonido en diferentes partes de su cuerpo.
2. Con una cinta de raso (de aproximadamente dos metros de largo) atada a un palillo de madera, se realizan ejercicios variados moviendo brazos, piernas, cabeza, hombros, manos, cintura, cuello, pies.